Fui invitado por la Conferencia episcopal al lanzamiento de la “Semana por la Paz. Esperanza y vida” que cada año convoca, con renovada fe y esperanza, a todas las mujeres y los hombres de buena voluntad, a persistir en el inclaudicable compromiso de lograr, mas temprano que tarde, la aspiración suprema de una sociedad en Paz, convivencia y justicia social y que se realizara en todo el territorio nacional entre el 2 al 9 de septiembre de 2018.
Me alegró mucho ver al incansable trabajador de la Paz, director de la Pastoral Social y Presidente del Comité Nacional de la Comisión de Paz, Reconciliación y Convivencia, Monseñor Héctor Fabio Henao, quien ha dicho que “la construcción de Paz es una obra artesanal que requiere pasión, paciencia, experiencia y tesón, con lo cual hemos estado comprometidos luego de la firma de los Acuerdos de Paz”.
También pude saludar, entre otros, al buen amigo Roberto Vidal, magistrado de la Justicia Especial para la Paz (JEP) y con quien, en el inmediato pasado, realizamos significativos esfuerzos por la Paz desde la Red de Universidades de Paz (REDUNIPAZ), donde Roberto fue elegido como su director, antes de las nuevas responsabilidades que le han asignado las instituciones colombianas.
La asistencia fue masiva y muy representativa de los múltiples sectores de la comunidad nacional e Internacional que estamos firmemente comprometidos en hacer realidad la implementación de los Acuerdos, firmados en La Habana y que se constituyen en palabra Sagrada del Estado Colombiano. Además, se escuchó la voz de la Iglesia católica, a través de sus prelados, pedir la continuación de los diálogos de Paz, entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Presidente Iván Duque. La sociedad colombiana e importantes sectores de la opinión Internacional esperan que estas conversaciones puedan llegar a feliz termino y en esta forma cerrar con broche de oro, la Paz.
Donde sí hubo una total identificación fue en rechazar el sistemático y cotidiano asesinato contra los lideres sociales, campesinos, afros, indígenas y de los Derechos Humanos. Este absurdo genocidio viene realizándose a lo largo y ancho del territorio nacional sin que se vea ningún avance judicial frente a este dolorosísimo caso de exterminio social. Realmente, no sabemos que hacer. Desde el Comité Permanente de Defensa de los Derechos Humanos (CPDH) hemos dirigido sendas comunicaciones a los organismos competentes de vigilar y cuidar la vida de tan valiosos dirigentes, pero hay que decirlo: Dolorosamente no hay ninguna respuesta significativa en este pavoroso panorama.
En nuestra condición de miembros de Junta directiva del CPDH, hemos dirigido al señor Presidente Iván Duque, una respetuosa comunicación solicitándole una entrevista con el fin de analizar la grave situación y buscar nuevos caminos que, con carácter urgente, detengan este pavoroso genocidio que todos los días nos sumerge más y más en la degradación de la especie humana.
Este desangre diario sobre líderes sociales, quienes son la base fundamental de una nueva democracia, no podemos permitirlo bajo ningún nombre ni afiliación, lléguenos el agua a donde nos llegue. Hay sectores de asesinos que han instaurado sobre nuestra Constitución política y nuestras leyes un macabra “pena de muerte”. No sé cómo, pero si esta es una sociedad democrática y un Estado Social de Derecho y de Justicia, los asesinatos de lideres deben terminar de una vez por todas y sus responsables deben afrontar todo el peso de la justicia. De no ser así, dolores muy grandes esperan a nuestra agobiada y traumatizada sociedad colombiana.