Ha llovido por estos días innumerables criticas al partido liberal, sobre todo, por sus malos resultados electorales y por la forma poco democrática como su director Cesar Gaviria, en la noche del triunfo del candidato a la presidencia Iván Duque decidió, sin consultar con ninguna de las estructuras partidista, romper la distancia que lo separaba del Centro Democrático y declararse, abiertamente, Duquista por la sencilla razón que temía lo iban a dejar sin la esperada tajada ministerial que comúnmente se reparte entre los amigos del gobierno.
Las disminuidas bases del partido resintieron este duro y oportunista comportamiento pues esperaban que pasados estos malos momentos su director, como corresponde con los estatutos de un partido serio, convocara a las fuerzas del partido para analizar lo ocurrido y en forma democrática decidir el futuro inmediato.
Solo Horacio Serpa Uribe, con la lucidez y la experiencia que brindan los años y el haber visto y vivido el pasado trágico y confuso de la historia colombiana llamó a la militancia a la serenidad y a permanecer dentro de las filas del partido, evitando una desbandada oportunista hacia el candidato triunfante. Y cuando, últimamente, se han conocido los nombres de importantes líderes y exministros que rompen con el partido y se van a montar tolda aparte, su voz ha dicho que él no se va, ¿para dónde me voy a ir si tengo más de cincuenta años de militancia en el partido Liberal?
Y tiene toda la razón. Para donde nos vamos a ir los liberales que recibimos de nuestros abuelos el santo y seña en la lucha libertaria de la “Guerra de los Mil días”, que encabezaron lideres liberales de la talla histórica de Rafael Uribe Uribe y Benjamín Herrera y que en medio de la debacle de la derrota fueron capaces de salvar la Paz, como bien supremo de la nación, proclamando: “La Patria por encima de los partidos”.
Y para donde nos vamos a ir los liberales quienes fuimos capaces de acompañar a nuestros padres llevando hasta su morada definitiva, al gran paladín y mártir Jorge Eliecer Gaitán y a los miles de liberales que fueron perseguidos y asesinados por un régimen oprobioso que llenó de tumbas los campos colombianos.
Y para donde nos vamos a ir los liberales que escuchamos y recogimos las palabras del dirigente del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) Alfonso López Michelsen cuando desde el parque de la Gran Convención de Ocaña clamaba: “Pasajeros de la Revolución, favor pasar a bordo”, así el se hubiese bajado cuando, precisamente, con las juventudes del MRL hacíamos realidad esta consigna y marchamos a las montañas colombianas, acompañando a nuestro profesor y capellán de la Universidad Nacional Camilo Torres Restrepo.
No señores. Nosotros, como dice Serpa, no nos vamos a ir del partido Liberal. Vamos a continuar dando la lucha política por la construcción de un verdadero Proyecto de Nación: Ético, Solidario, ambientalista, con profunda justicia social, revolucionariamente democrático, en Paz y convivencia entre todos los colombianos y la madre tierra.
La sangre derramada por el pueblo, sin distingos de colores, seguirá nutriendo la tierra donde crecerán los hijos de nuestros hijos quienes llevaran la consigna milenaria de ayudar a construir una nación independiente, justa, libre y soberana como la soñaron los sacrificados combatientes de “la Guerra de los Mil días”.
Nadie puede llamarse a engaño. Un verdadero partido del pueblo, con el pueblo y para el pueblo como lo soñó y planteó Abraham Lincoln en el lugar donde se produjo la batalla de Gettysburg, dentro de la guerra civil de los EE. UU, el 19 de noviembre de 1863, solo será posible con el concurso sacrificado y desinteresado de muchas generaciones que sean capaces de derrotar la corrupción, el nepotismo y las practicas perversas al interior del Liberalismo.
Por eso queremos proponer, desde las bases liberales a Horacio Serpa Uribe como Director Nacional del Liberalismo, para que lo oriente por los caminos de la rectitud y del compromiso ineludible con las sentidas aspiraciones y esperanzas de los amplios sectores populares como él lo sabe hacer y lo ha hecho durante su enhiesta existencia.
Para grandes males, grandes soluciones.