TIERRA PARA LOS CAMPESINOS

Opinión Por

Una cosa estaba clara en las negociaciones de Paz con las guerrillas de las Farc-Ep y era el tema concerniente a la tierra para los campesinos. No podía ser de otra forma, ya que las Farc se caracterizaron siempre por ser una guerrilla profundamente campesina, desde sus mismos orígenes y desde sus comandantes fundadores. Muchos años antes que se oficializara la creación de estas guerrillas, en mayo de 1964,  ya venían combatiendo por el derecho a poseer y usufructuar la tierra. Las guerrillas liberales respondieron al proceso de acumulación capitalista que tenía que  ver con la apropiación de las tierras de los campesinos liberales hechas por los gobiernos conservadores, argumentando razones políticas y religiosas. En esta forma  implementaron las fuerzas conservadoras con Ospina Pérez y Laureano Gómez en la Presidencia de la república, el despojo de tierra de campesinos liberales, entre los años de 1.946 a 1953, fecha en el cual, el poder de la guerrilla liberal era muy significativo y entonces fue cuando se impuso la salida militar, el general Gustavo Rojas Pinilla da un golpe de Estado y se instauran nuevos  y diferentes procesos políticos.

Por estas razones podemos decir sin riesgo a equivocarnos que el eje nodal del conflicto armado ha  sido la constante concentración de la  tierra en manos de una minoría terrateniente que  niega, sistemáticamente, la oportunidad histórica a los campesinos necesitados, que luchan  hasta la muerte por ocuparlas, cultivarlas y en esta forma asegurar su sobrevivencia. En este sentido el  Estado colombiano tiene una deuda social muy grande con los campesinos que los gobiernos liberales  han tratado infructuosamente de enmendar. Recordamos los gobiernos de Alfonso López Pumarejo quien en la década de los años 30 del siglo pasado dio un gran respaldo a la lucha de los campesinos en el marco de lo que se conoció con el nombre de la “Revolución en marcha”, donde se aprobó la Ley 200 de tierras.  El deseo renovador de López Pumarejo lo llevó a buscar un nuevo periodo presidencial de 1942 al 46, que fue aprovechado por sus enemigos, el grupo conservador y terrateniente, que llevó al traste este tipo de reformas sociales y lo obligó a  renunciar en el año de 1945,  cuando asume su ministro delegatario Alberto Lleras Camargo y se inicia la violencia partidista con el asesinato, frio y descarado del líder popular, Jorge Eliecer Gaitán.

El otro intento liberal lo asume el presidente Carlos Lleras Restrepo quien impulsa su famosa Reforma Agraria desatando inmediatamente la furia de los conservadores y terratenientes que no la dejan avanzar con la fuerza requerida y exigida  por los campesinos sin tierra y termina muy bloqueada en el parlamento colombiano.  Sin embargo, el golpe definitivo lo recibe, cuando ya  el presidente Lleras  Restrepo ha dejado la presidencia y en su relevo llega el presidente conservador  Misael Pastrana Borrero quien impulsa la famosa reunión  de Chicoral, en el Tolima, y le dan el golpe definitivo a la balbuciente Reforma Agraria. Este hecho político logrado por los conservadores y los terratenientes es conocido con el anecdótico nombre de “el chicoralazo”.

El más reciente y quizás único censo agropecuario realizado y que fue publicado por Oxfam, que es una Confederación Internacional formada por Organizaciones no gubernamentales que realizan labores humanitarias en 90 países  y citado por el sociólogo  Alfredo Molano Bravo, en El Espectador del 9 de julio/17: el 1% de las explotaciones más grandes acapara más del 80%  de las tierras rurales, mientras que el 99% de los cultivos que hay tan solo ocupa el 19%. Los predios de más de 500 hectáreas ocupaban en 1970 solo cinco millones de hectáreas, mientras que en el año 2014 pasaron  a ocupar 47 millones de hectáreas. Su tamaño promedio pasó de 1.000 a 5.000 hectáreas.

Por eso tiene tanta razón el punto 1, del Acuerdo de Paz,  firmado entre el Gobierno Nacional y la hoy desarmada organización guerrillera Farc-Ep, que dice: “Hacia un Nuevo Campo Colombiano: Reforma Rural  Integral. Consideran: Que en el marco del presente Acuerdo para la Terminación del Conflicto, la Reforma Rural Integral, en adelante RRI, sienta las bases para la transformación estructural del campo,  crea condiciones de bienestar para la población rural –hombres y mujeres- y de esa manera contribuye a la construcción de una Paz estable y duradera…

“Que a juicio del gobierno esa transformación debe contribuir a reversar los efectos del conflicto y a cambiar las condiciones que han facilitado la persistencia de la violencia en el territorio. Y que a juicio de las FARC-EP dicha transformación debe contribuir a solucionar las  causas históricas del conflicto, como la cuestión no resuelta de la propiedad sobre la tierra y particularmente su concentración, la exclusión del campesinado, y el atraso de las comunidades rurales, que afecta especialmente a las mujeres, niñas y niños…”Tomado del libro: Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto. La construcción de una Paz, Estable y Duradera. Noviembre 24 de 2016”.

Este es el nuevo reto que debe enfrentar y resolver la sociedad y el Estado colombiano para construir un verdadero proyecto de Nación y donde, indiscutiblemente, debe haber tierra para los campesinos.

Presidente del Comité Permanente de defensa de los DD.HH. Fue Embajador de Colombia en Europa. Trabajó en el Programa de Paz de la Universidad Pedagógica de Colombia, y es un reconocido defensor de Derechos Humanos.