Un protocolo contra el Machito Umano

Opinión Por

Hace unos días, las redes sociales, especialmente Twitter se convirtió de nuevo en un escenario de debate, por cuenta de algunas declaraciones que demuestran, una vez más las fisuras existentes entre los sectores de la centroizquierda.

Los protagonistas, Gustavo Petro y Ángela María Robledo, candidatos Presidencial y Vicepresidencial  respectivamente, por el movimiento Colombia Humana-CH de las pasadas elecciones de 2018, se dieron a la tarea de sacarse “los trapitos al sol”, gracias a las declaraciones de Ángela María en medios de comunicación donde manifestaba el descontento por la forma en que recientemente había sido tratada por algunos sectores de dicho movimiento.

Muchas personas representativas de las filas de la CH salieron a retuitear trinos de respaldo, frases motivadoras y hasta fotos y testimonios en una decidida campaña por desmentir lo dicho por Angela María, tratando de todas las formas posibles de hacerla quedar como la bruja malvada del cuento que sedujo al imberbe de Gustavo. No faltaría el distraído que hasta la señalaría de haberlo hecho perder las elecciones de ese año.

Y es que en medio de lo anecdótico que tiene todo este show mediático, se evidencian con fuerza dos elementos que en medio de la conmemoración del día internacional contra la violencia contra la mujer toman fuerza, de cara a la configuración de las fuerzas sociales y políticas que se empiezan a preparar para el movido año preelectoral 2021: la férrea defensa del ego del patriarca todopoderoso, que exige sangre y sacrificio y la irracional búsqueda de la radicalización del discurso político, fachada de batallas ideológicas que tienden a ser a “muerte”.

En el debate entre Petro y Ángela María, ha surgido con especial intensidad todos los puntos débiles de esta última, que comparadas con las nulas menciones a las debilidades de Petro, magnifican las fortalezas del senador, quien aparece inmune a todo y a todos.

Esta defensa a ultranza de las decisiones de Gustavo, que raya en el fanatismo y las eleva a rango de infalibilidad, hacen invisibles cuestiones como el nepotismo de imponer a su hijo como candidato a la Gobernación del Atlántico, asegurándole el título de diputado de la Asamblea Departamental, dada la cantada victoria de Elsa Noguera, candidata de todas las fuerzas políticas tradicionales de dicho territorio o la decisión casi que monárquica de imponerle a Ángela María Robledo la decisión de lanzarse a disputar la Alcaldía Distrital de Bogotá, para atravesársele a la aspiración de Claudia López, quien llevaba meses haciendo campaña.

Dichas decisiones, ante los ojos de los adeptos de Petro, solo son anécdotas, curiosidades al pie de la página, que nada afectan a la inconmensurable esencia del Senador, razón por la cual defender su vida, obra y milagros exige llegar al extremo de afectar la dignidad de la vida, ojalá especialmente si es la de algún crítico que se ha atrevido a tocar al endiosado precandidato presidencial.

Y es que ese sentir casi religioso que promueven algunos círculos cercanos a Petro y sin lugar a dudas, él mismo, ha llevado a la radicalización del discurso político, en medio de la coronacrisis que ha desnudado todos los problemas estructurales que tenemos como país, sumándosele ahora la demonización o mejor, la uribización de los críticos, de los contradictores, de los apáticos de las acciones de Gustavo Francisco; radicalización que no duda llevarse por delante tanto a miembros de su propio movimiento que empiezan a hacer autocritica, como a miembros de sectores aliados o de sectores cercanos que hacen públicas las dudas que genera la actitud de su personalidad, de  sus palabras y sus acciones.

En medio de todo ese frenesí de militancia dura de la #ColombiaUmana, Ángela María ha sido la víctima más reciente de los dardos, de las flechas, de las espadas, de los venenos que han sido las opiniones, expresiones y mensajes de muchos petristas y morristas que en sus alucinaciones han salido cual caníbales a tragarse la larga vida pública que ha tenido la Representante, su vida privada, su dignidad, el respeto que merece haber sido la mujer de los sectores alternativos que más alta votación ha logrado en el país.

Ante esta situación, bien vale la pena que ya que la izquierda que encarna el Senador de la #ColombiaUmana, ha decidido que el centro ideológico no existe, imponiendo que solo ellos están del lado correcto de la historia y que anda elaborando un protocolo contra la violencia de género en su movimiento político, protocolo tan famoso como Petro Urrego y que aún no se ha divulgado, o al menos no tanto como se espera luego de tanto preámbulo, empiece a practicarlo y a imponerlo para que de una vez por todas, se haga más explícita su lucha contra el machista progre que milita en su movimiento y que se escuda en ser un “ciudadano libre”, para demeritar de las acciones de las mujeres políticas que le son contrarias a sus ideas o distan de ellas.

Ojalá que el famoso protocolo de la Colombia Umana sirva para cohesionar a ese 51% de la población colombiana que sigue siendo subyugada por el machismo, sea tradicional o progresista, ya que la derecha no lo tiene y solo ella es capaz de hacerle frente.

Zootecnista Universidad Nacional de Colombia, Candidato a Magíster en Producción Animal de la Universidad Nacional. Coordinador Nacional para asuntos de Paz de la Organización Nacional de Juventudes Liberales 2014-2018.