Como militante liberal de base es casi que imposible no referirse a la actual división interna que vive el Partido Liberal Colombiano luego del no crecimiento de la colectividad en términos generales en las elecciones para Congreso de la República de 2018 (incluso por el retroceso en algunas circunscripciones electorales, como Bogotá), y aunque se supone que esta semana se anunció una tregua por parte del senador Luis Fernando Velasco, vocero natural de una de las facciones en disputa, la división creadora es más que inminente, a no ser que se logre evitar.
Si bien es cierto esta semana hubo reunión de la nueva bancada de Representantes a la Cámara con el Director Nacional del Partido y con Humberto de la Calle, la tendencia, que en los medios de comunicación llaman “rebeldes liberales”, que algunos liberales denominan “tendencia cristista” o “serpacristista” y que yo prefiero llamar, como le dicen algunos “reformista liberal”, por las banderas que enarbolan a través de las cinco reformas que prometieron realizar el pasado noviembre de 2017 (reforma política, reforma a la justicia, reforma al ordenamiento territorial, reforma al sistema tributario y reforma al sistema de salud), seguirá en su empeño por pedir la renuncia de la Dirección, en el marco de un juicio político de responsabilidad por el no crecimiento de la votación del Partido, debido al mal manejo en la conformación de las listas.
Pero adicional a que por ejemplo para la lista de Senado se inscribieron como ya es costumbre varios empleados de la sede nacional del Partido Liberal y a un sextuitero (@SoyStevenRojo) sin experiencia política alguna que ni alcanzó 1000 votos, quien si bien como hombre gay se suponía era el candidato LGBT de la lista, posando de ambientalista empapeló varias paredes de ciudades como Bogotá o Ibagué, el no crecimiento en los comicios de marzo, fue el precio que debimos pagar como colectividad por la realización de una consulta unipartidista en el mes de noviembre de 2017 dónde nos gastamos 40 mil millones de pesos del erario y por la desconexión que algunos líderes y dirigentes nacionales del Partido tienen con las necesidades reales del pueblo; desconexión que se hace cada vez más palpable.
Ahora, a pesar de lo anterior, los senadores reformistas liberales, a mi parecer están presionando de manera indebida la renuncia de César Gaviria: no es pedirle que renuncie a favor de Don Humberto, quien ya ha dicho que no quiere, muy en coherencia con su talante poco dado a las controversias por las controversias y que uno puede interpretar de manera adicional como el respeto que tiene a las autoridades y las normas; es pedirle que renuncie a favor de una Codirección Nacional Liberal compuesta por un senador y un representante a la Cámara como lo hiciera su hijo en 2014
La Codirección Nacional Liberal de naturaleza parlamentaria, debería estar conformada por supuesto, por un líder de cada tendencia (la gavirista y la reformista) en aras de que garantice que el Partido no termine como Ricaurte en San Mateo, porque al paso que vamos, es probable que ni siquiera un sacrificio similar signifique algo para la colectividad.
Ahora, si esa idea puede funcionar, sería excelente encargar de la Dirección Nacional Liberal a un senador del talante de Luis Fernando Velasco, quien es respetado por sectores tan disimiles como los que lidera la senadora electa Angélica Lozano y la también senadora electa Paloma Valencia y por otro lado, se podría reconocer la labor realizada por Nubia López, Representante a la Cámara por Santander, quien con 70 mil votos, tiene la mayor votación de los 35 Representantes a la Cámara por el Partido Liberal Colombiano.
Ojalá y en esta semana de receso, todos reflexionemos sobre las palabras de Jesús de Nazareth y entendamos, especialmente la Dirección Nacional Liberal, que en verdad, una casa dividida contra sí misma, jamás prosperará.