No existe un pueblo en América Latina y el caribe que no siga con las etiquetas dadas por las potencias hegemónicas de la pos segunda guerra mundial, ser países periféricos o en busca de su desarrollo. La no cultura nos hizo exóticos solo para los catálogos. Los medios de comunicación siguen reuniendo capital no importando momento, ni circunstancia todo es lucro.
El ciego, es aquel ser humano que, aunque aún vivo, sabe y reconoce y a la vez disimula no entender de la riqueza que este tiene, y por otro lado como acepta el hecho de que expropien el futuro de sus generaciones presentes y las que vendrán los 365 días. Al fin y al cabo, somos estructuras de sociedades obligadas a gustar de las ideologías exóticas. Seguimos siendo cual monos pintados de colores solo para ser el hazme reír de los que nos dominan en un circo de disputas neo coloniales en los contemporáneos, solo ver la guerra de las vacunas por el Covid-19. Estamos perdiendo una de otra de las muchas batallas que nos toca combatir día a día.
Lo inaceptable es que parece que América Latina y el Caribe sigue siendo una idea mítica abstracta, solo ilusoria para sus gentes, la higiene mental de la dependencia es tan profunda cual padre nuestro grabado en la mente de cada poblador colonizado hace más de 5 siglos. La Tierra del nunca jamás parece ser nuestro caso. Vivimos en países donde los que sabemos escribir, o leemos un diario, ya nos creemos dioses del olimpo, y la sabiduría, que terrible engaño nos han hecho creer. Se nos ha hechos ser solo elásticos, e imitadores para completar con la fórmula siguiente: «queremos ser lo que nunca fuimos, o queremos, y ser lo que no somos, ni seremos en sentido de identidad cultural».
Los moribundos, están dentro la sociedad con un análisis de la vida bajo aquella concepción de ver la vida en la alienación cargada de capas y sobre capas de conformidad en las poblaciones sub desarrolladas, y que, con las desigualdades sociales, la pobreza se incrementa más. Ya, nos acostumbramos a que imitar a ser chupadores de sangre entre iguales, somos muy buenos alumnos, imitando nuestras escuelas de servidumbre, y así mismo nos convertimos en opresores de otros. Las batallas en nuestros pueblos continúan teniendo vigencia colonial. No se sabe que celebran algunos en los bicentenarios. Podemos empezar a razonar de que imaginablemente en cada país visto como sub desarrollado existen dos países en uno solo, el de los ricos empobrecidos, y el de los empobrecidos ricos.
Parafraseando, la idea en plural de los Ciegos sentados en un banco de oro es para reflexionar, a aquel primer caso cero que llego a nuestros pueblos por la pandemia, pero como no lo podíamos ver, se lo vio a broma, lo dejamos que deambule como aquel aire salido de un incendio sin bomberos, para cuando los bomberos llegaron ya era demasiado tarde controlarlo. La indiferencia, el individualismo, la corrupción están haciendo su negocio incluso con sus propios muertos. Los vivos son los que estamos en la obligación de elegir vivir o sobrevivir. Los medios de comunicación, hacen su negocio, pero también son un mal terrible, para el aumento de la ignorancia de esa multitud en espera de que venga el mesías con la cura. Es una vergüenza nacional que este virus advertido llegue y se coloque como cruz en los lugares donde los ciegos piden oraciones para luego ser hipnotizados por su mal recibir la santa eucaristía.
Ahora debemos saber que un pueblo dividido es cual huerto lleno de espinos y lleno de cobras, escorpiones, ratas, cucarachas, moscas, en disputa por las hojas verdes que sirvan para comer y sobrevivir. Estamos en guerra y los pertrechos ya se están acabando. Estamos en guerra y el Banco Mundial está haciendo su trabajito, endeudarnos. Los millonarios préstamos para los países periféricos ya aseguran muchas generaciones de los señores de la hegemonía, como ya aseguraron también a los nuevos dependientes en adelante.
La ignorancia en sentido alienante, y la no crítica de los contextos entre nosotros, funciona como bloqueador de las pedagogías de comunicación básica, somos radares contra la comunicación saludable. El señor virus Covid-19 es cual remedio de purga para analizar la pasividad de los Estados y sus decadencias.