El día de la Virgen del Carmen, el 16 de julio de 1848, don Ezequiel Rojas daba inicio a uno de los partidos políticos más tradicionales que ha tenido Colombia y cuyas ideas han gobernado en varias ocasiones al país.
El próximo lunes 16 de julio de 2018, día de la Virgen del Carmen, el Partido Liberal Colombiano ajustará 170 años de vida, haciéndole honor a su nombre, no por lo liberal, sino porque está partido. Partición que se da en varios ámbitos.
La Bancada Liberal electa del Senado está partida en dos: siete senadores están en plena armonía con la Dirección Nacional Liberal, mientras los otros siete senadores quienes firmaron en su mayoría la Declaración del 28 de noviembre de 2017 liderada por el entonces exprecandidato liberal Juan Fernando Cristo, no dudan en distanciarse física e ideológicamente de dicha Dirección.
En las pasadas elecciones presidenciales del mes de junio, la Dirección Nacional Liberal partió cobijas con la postura y el simbolismo que encarnaba su candidato presidencial (la paz) y prefirió hacerle campaña al candidato de la derecha y a lo que simbolizaba (hacer trizas la paz), Iván Duque, quien a la postre resultó electo Presidente de la República.
Y en esa segunda campaña presidencial para la segunda vuelta presidencial, la decisión de la Dirección Nacional Liberal provocó también la partición entre la dirigencia y sus bases.
Supe de buena fuente que mientras por una parte algunos senadores electos a pesar de apoyar desde sus redes sociales al candidato de la Dirección Nacional, no lograron alinear totalmente a sus bases, quienes prefirieron votar en blanco, votar por el candidato de la centro izquierda o abstenerse; por la otra, otros senadores electos tampoco pudieron salir a apoyar o a no apoyar a ninguno de los candidatos, dado que los líderes de sus equipos estaban divididos entre uno y otro candidato.
Pero no sólo se partieron los dirigentes con sus bases, sino las bases autónomas, también lo hicieron, quienes en un momento de apego a la norma y en uso de sus derechos como militantes decidió usar su derecho a disentir, haciéndole abiertamente campaña al candidato de la centro izquierda.
De la misma manera, esa elección significó la partición entre la Bancada Liberal de Senado y la Bancada Liberal de Cámara en el bochornoso episodio del trámite del proyecto de Ley Estatutaria sobre los procedimientos de la Justicia Especial de Paz: mientras en Cámara el liberalismo imponía su fuerza en la plenaria de Cámara, defendiendo hasta el último minuto el proyecto de ley, aprobándolo, los senadores liberales le hacían el juego a los senadores del Centro Democrático, llegando incluso a provocar la convocatoria de sesiones extras para poder sacar adelante el proyecto.
Y por si fuera poco, la campaña presidencial de segunda vuelta partió a la Organización Nacional de Juventudes Liberales: la Dirección Nacional de Juventudes rehusó vehementemente a hacer campaña por el candidato de la derecha y se declaró en rebeldía abierta, ocasionando que sus contradictores le hayan robado las cuentas de redes sociales y que la mayoría de sus otrora aliados ahora sean sus adversarios.
Serán dos años duros para Ana Alzamora, si es que antes no le encuentran la leguleyada para sacarla.
Pero es que el Partido Liberal Colombiano no sólo está partido en términos organizativos internos, sino que también está partido en términos de votación: aun cuando en las elecciones legislativas la votación le dio las curules suficientes para tener la bancada más grande en Cámara, la votación en Senado fue tan pobre que se perdieron dos curules y en la primera vuelta presidencial ni siquiera logró pasar el umbral.
Indudablemente el hecho de estar partidos en términos electorales, es muestra de que hay un proceso de fractura ideológica: pertenecer a una organización como la Internacional Socialista y afirmar en la Declaración de Principios que se es una coalición de matices de izquierda democrática, sólo es una señal de que el papel aguanta todo y que la ideología vale huevo.
Y esta discordancia ideológica, se evidencia tan patéticamente sobre todo en la Organización de Juventudes Liberales quienes son miembro de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas, pero hicieron campaña por un candidato de derecha que se hizo elegir con la promesa de “modificar” los Acuerdos de Paz y penalizar la dosis mínima.
Esa partición, que demuestra una evidente discrepancia entre lo que se dice y lo que se hace, lo notan los votantes.
Las banderas liberales ya las llevan otros, afirmó hace poco el senador Luis Fernando Velasco al solicitar que se convoque un congreso extraordinario para tratar de que esa partición no provoque la muerte del Partido Liberal.
Con todo esto, pareciera que el Partido de las libertades en sus 170 años fuera un bulto de canela que estuviera a punto de correr la suerte de Ricaurte en San Mateo.
Amanecerá y veremos.