Cada vez me sorprende más la tendencia esquizofrénica de la sociedad colombiana. Primero ha sido con el tema de la guerra. Ver a importantes dignatarios del país pedir la destrucción de los Acuerdos de Paz, con esa tremenda irresponsabilidad social, es como para decir “apague y vámonos”. Y ahora escucharlos pidiendo a gritos que vuelva “la fumigación con glifosato” es como para pensar que estamos, seriamente, “locos y de remate”.
El hecho de desconocer investigaciones médicas, muy serias, que abren profundos interrogantes acerca del uso del glifosato, donde se concluye que produce cáncer, debería ser una franca advertencia para nuestros dirigentes políticos. Ellos deben saber que, si aprueban el uso del glifosato de manera aérea y con la utilización masiva de grandes volúmenes, serán los responsables de las muertes de campesinos e indígenas y por ello tendrán que responder como homicidas culposos ante los tribunales de justicia de la nación o del mundo.
No impunemente se puede condenar a la muerte a una sociedad por el simple hecho de que sus tierras sean fértiles para cultivos naturales como el de la coca, que han estado allí por centenares de años y solo ahora, la “perfidia de los hombres blancos y su profunda codicia”, los llevó a incluir una serie de precursores químicos que son a la larga los causantes de esta permanente tragedia.
No hay que olvidar que fue el presidente Juan Manuel Santos, quien dio la orden de suspender las fumigaciones aéreas con glifosato en el año 2015, a raíz de sentencias de la honorable Corte Constitucional, quien las ordenó, atendiendo claras recomendaciones y alertas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Ante la Corte Constitucional se han oído reflexiones muy serias de los colombianos, entre las cuales destaco la del exministro de Salud Alejandro Gaviria, quien dijo que, bajo el principio de precaución, “no es éticamente posible” aceptar una estrategia que puede afectar la salud. Y agregó, “que por lo menos hay tres estudios según los cuales el glifosato tiene un efecto adverso sobre la salud, puede ocasionar cáncer, aumentar la mortalidad infantil, causar problemas dermatológicos y respiratorios y puede interferir en el desarrollo embrionario”.
Por otro lado, el Doctor Christopher Portler, profesor de la Universidad de Queensland, en Australia, aseguró que los últimos estudios “mostraron incrementos en los posibles tumores por el uso del glifosato”. Según el profesor Portler, hay una relación entre el glifosato y el linfoma no Hodgkin (cáncer de tejido linfático).
Hay un viejo principio latino “Primero no hacer daño” que quieren deliberadamente violar los funcionarios en forma irresponsable y están proponiendo el uso en aspersión del glifosato, con indiscutibles repercusiones malignas sobre el aire, las aguas y los bosques y de consecuencias muy graves e incalculables porque todos estamos expuestos a los efectos letales de este veneno que quieren vender y usar como inofensivo.
Es bueno recomendarles que lean el editorial de el diario El Espectador de hoy domingo 10 de marzo de 2019, titulado: “LA FALLA ÉTICA DE VOLVER AL GLIFOSATO” donde dice en uno de sus apartes: “Exponer a colombianos al riesgo de desarrollar cáncer u otras aflicciones, argumentando que todo se hace por un asunto de orden público, es contrario a los mandatos de la Constitución: la vida digna debería primar sobre todas las otras consideraciones”.
Bien debe hacer la Corte Constitucional: Ratificar la suspensión de las fumigaciones aéreas con glifosato y respaldar lo que expresó el exministro de Salud Alejandro Gaviria, en la audiencia de la Corte: “Si la salud es derecho fundamental, el Estado no puede actuar en contra de la salud de la población de manera deliberada. Esto no es debate técnico, es un DEBATE ETICO”.