El periplo ejemplarizante que han recorrido las fuerzas insurgentes de las Farc-Ep, desde los rincones profundos de las selvas colombianas hasta el Centro de Convenciones “Gonzalo Jiménez de Quesada” en Bogotá, marca un hecho histórico de amplias y profundas repercusiones en la vida política y social de Colombia. Si bien, se mantuvo por más de cincuenta años en las arideces, tragedias y dificultades de la lucha armada, en la cual vio desaparecer a sus hombres más significativos, su concepción de guerra popular la mantuvo unida a la vida política y cotidiana de sus bases revolucionarias, que siempre creyeron, con fe ciega, en la razón histórica de su planteamiento: Luchar con las armas en las manos por la tierra para los campesinos de Colombia.
La opinión política nacional e internacional están muy pendientes de cuál va a ser la hoja de ruta política de esta nueva organización que viene a llenar un vacío de democracia real, cuando la experiencia política anterior, emprendida por las Farc, desencadenó en una masacre de líderes sociales que terminó la esperanza sembrada por la “Unión Patriótica”. Un genocidio de esta magnitud no se puede repetir y la dirección política de las antiguas Farc son conscientes de esta grave posibilidad. Por esta razón, han buscado el mejor sitio, ante los ojos del país y del mundo, para convocarse con sus antiguos combatientes, hoy en paso acelerado a ser su nueva militancia legal. Han aprovechado el momento crucial que se vive, para invitar a los candidatos presidenciales de todos los partidos políticos a que expresen antes sus huestes políticas, la razones fundamentales que plantean para construir un proyecto de nación entre todos los colombianos, que les permita por fin, dejar atrás la guerra y la violencia y edificar una nación en busca del desarrollo con justicia social y Paz. Al respecto afirman: “Nuestra apuesta total es por ampliar la democracia y estamos abiertos a escuchar la pluralidad de voces. Esperamos que asistan, incluyendo a los candidatos del Centro Democrático”, expresaron los miembros del Secretariado de las antiguas Farc.
La sociedad colombiana está expectante por conocer el Programa político que saldrá después de varios días de deliberaciones, saber el nombre del nuevo partido, de sus principales candidatos, quienes encabezaran las listas al Senado de la república y a la Cámara de Representantes, así como a las asambleas departamentales y concejos municipales. Por otro lado, han manifestado no estar interesados en estos momentos en una candidatura presidencial directamente de ellos, sino, más bien, juntar esfuerzos para buscar un candidato presidencial de unidad con otras fuerzas políticas nacionales, siempre y cuando, garantice el fiel cumplimiento de los Acuerdos de Paz suscritos en La Habana, Cuba.
El gran valor político de la dirigencia de las Farc radica en que cuando tuvieron conciencia clara de su deficiencia política y de las restricciones que les imponía su esquema militar, comprendieron que el problema se iba a resolver por un proceso político de fondo, decidieron voltear la página y ganar en un Acuerdo de Paz con el Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos, la posibilidad de transformarse en un movimiento político comprometido con los planteamientos de justicia social para los campesinos y los sectores empobrecidos de Colombia, por los cuales han luchado.
Como demócrata que soy, me mantengo atento a todos los pasos sencillos y complejos que han dado para llegar hasta el día de hoy, cuando realizan su primer Congreso Nacional, con la consigna: “Por un Gobierno de Transición para la Reconciliación y la Paz”. Espero que salgan fortalecidos en estas primeras pruebas democráticas y puedan iniciar su largo recorrido para beneficio de la sociedad colombiana, con la esperanza de: “Otra Democracia, más ancha y profunda es posible”.
Estoy convencido que sectores sociales y políticos de nuestra nación premiaran la vocación de Paz que han enseñado y mostrado durante estos últimos años las ya extinguidas Farc y que respaldaran con sus votos en las urnas la valiente decisión de hacer el tránsito “de la guerra a la política”. Bienvenidos a construir entre todos la nación de nuestros sueños.