DETENER EL HOMICIDIO DE JÓVENES

Opinión Por

“¡Sin juventud la cosa está fregada…más que fregada, viejo bodegón! …” con estas serenas palabras de nuestro poeta cartagenero Luis Carlos “el Tuerto” López, daba inicio el emblemático escritor German Arciniegas a su famosa obra “El Estudiante de la Mesa Redonda”. En ella, nos recuerda con especial maestría, la vida de los jóvenes estudiantes de todas las épocas y su valiente y meritoria contribución a la libertad de las naciones, a la lucha contra los tiranos y al avance del conocimiento humano. Es una hermosa secuencia histórica, muy bien entretejida, que va mostrando el papel que han jugado los jóvenes estudiantes en los diferentes momentos de la historia y en diversos países.

Este es un reconocimiento a los jóvenes a lo largo y ancho de la historia, quienes han enfrentado con honrosa valentía los gobiernos espurios y dictatoriales que tanto han florecido en estas tierras latinoamericanas y en especial en Colombia. Vale la pena recordar los gobiernos de Laureano Gómez y Gustavo Rojas Pinilla que mancharon sus manos de sangre juvenil, cuando el primero, arremetió contra la juventud liberal en los fatídicos años de 1948-1952, y el segundo, segó con armas oficiales del ejército, la vida de mas de una decena de estudiantes universitarios, masacrados en la carrera séptima con calle trece, cuando marchaban a la Plaza de Bolívar, repudiando su mal gobierno, de dolorosa recordación. Esta valerosa acción de los universitarios terminó llevando al dictador a su debacle total.

Ahora, en estos tiempos aciagos de Iván Duque, le ha correspondido a esta juventud colombiana, enfrentar la codicia y la ambición de un sistema económico oprobioso que ha llevado a mas de la mitad de los colombianos a la pobreza absoluta, negándole a miles de familias colombianas la posibilitad de alimentarse diariamente.

Duque y su gobierno ilegítimo les ha respondido a estos jóvenes valientes con toda la fuerza de su aparato policivo represor. Los asesinatos, heridos y desapariciones de jóvenes se han vuelto noticia común en nuestras ciudades y territorios. Es tan escalofriante esta cifra que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)ha planteado la urgente necesidad de venir al territorio nacional para constatar esta practica homicida de los organismos policiales sobre mujeres y hombres jóvenes que han caído victimas de torturas y balas, disparadas, también, por personas civiles protegidas por los policías. Esto es un atropello inaceptable para los demócratas y los defensores de los DD.HH., del mundo.

Con sobrada razón cristiana, el reverendo sacerdote de la comunidad jesuita Francisco de Roux ha levantado, nuevamente, su voz para decir a los cuatro vientos que: “LA VIDA DE UN JOVEN VALE MAS QUE TODAS LAS EMPRESAS JUNTAS”. De igual manera, criticó el modelo económico (neoliberal capitalista) imperante: Es el responsable del inmenso desempleo de los jóvenes y de las decenas de niños que se mueren muy temprano de desnutrición y abandono estatal.

Yo confío que Colombia, un país profundamente católico, sea capaz de escuchar y asimilar las enseñanzas de un sacerdote, honrado y servicial como Francisco De Roux, y levante su voz exigiendo: “DETENGAN YA EL ASESINATO DE JÓVENES”.

Presidente del Comité Permanente de defensa de los DD.HH. Fue Embajador de Colombia en Europa. Trabajó en el Programa de Paz de la Universidad Pedagógica de Colombia, y es un reconocido defensor de Derechos Humanos.