Nuevamente soplan, desde el sur de nuestro continente, los vientos de esperanzas para los pueblos sufridos de América. El inobjetable y cristalino triunfo electoral del joven dirigente Gabriel Boric a la presidencia de la república de Chile, es la demostración palpable que nuestras sociedades están cansadas de tanta corrupción, explotación y buscan en sus nuevos jóvenes dirigentes, nacidos al calor de sus luchas sociales, la esperanza de mejores y mas comprometidos gobiernos con la causa de los obreros, campesinos, desempleados y clase media.
El largo y doloroso periplo que ha cumplido Chile desde los momentos estelares que un demócrata como Salvador Allende llegó a la presidencia de la republica, con una fuerza esperanzadora inusitada que comprometió nuestros ideales hasta las ultimas consecuencias, está allí presente, ante la historia inmodificable de los pueblos.
Las fuerzas del fascismo y del capitalismo salvaje desataron toda su crueldad y odio contra el heroico pueblo chileno y a punta de sangre y fuego estimularon a las fuerzas armadas y a un oscuro criminal, general de las mismas Augusto Pinochet, para que asesinara al digno y democrático presidente Salvador Allende, diera un golpe de estado sangriento y asesinara a miles de chilenos, cuyo único pecado era haber creído en la democracia y haber sufragado su voto por la Unidad Popular, para llegar hasta la presidencia de Chile.
Fueron días de horror, sin límites. Lo mas granado de la cultura y la política de su pueblo caía masacrada en las calles de Santiago y otras capitales de provincia. Centenares de presos políticos fueron asesinados, lanzándolos al mar. El poeta y premio Nobel de literatura Pablo Neruda, moría en medio de la violencia y la crueldad contra su pueblo.
De ese pasado de lucha y sacrificio viene el joven presidente Gabriel Boric. El no había nacido cuando Chile enfrentaba a las hordas de militares asesinos y torturadores. Nació años después. Pero es indiscutible su exigente formación de líder social que hoy reclama con ansiedad y esperanza la sociedad chilena.
En estos últimos años, en el periodo del presidente Piñera especialmente, los chilenos han visto caer estruendosamente sus logros sociales mantenidos en las largas luchas que han librado desde años anteriores, sobre todo lo referido a la educación de sus jóvenes, los sistemas pensionales, y la preocupante situación económico social de la clase media.
Desde allí partió la lucha por mejoras sociales que han venido recrudeciéndose con el paso del tiempo y donde fue templando su carácter social y aguerrido el elegido presidente Gabriel Boric. El es consciente de la grave responsabilidad social cargada sobre sus hombros y que debe conducir hasta el puerto de las urgentes reformas políticas, económicas y sociales.
Fue claro el presidente electo en su primer discurso como tal, al decir: “No a la impunidad y respeto absoluto a los Derechos Humanos (DD. HH)”. ¡Como faltan estas palabras y actitudes en nuestros países, en especial en Colombia, donde la impunidad ronda en el gobierno de Duque y la violación a los Derechos Humanos es una práctica oprobiosa y cotidiana ¡
Al finalizar mi columna, resuenan en mis oídos la hermosa canción del canta autor cubano Pablo Milanés, recordando a Chile: “Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentada y en una hermosa plaza liberada me detendré a llorar por los ausentes… Retornaran los libros, las canciones que quemaron las manos asesinas, Renacerá mi pueblo de su ruina y pagaran su culpa los traidores… Un niño jugará en una alameda y cantará con sus amigos nuevos, y ese canto será el canto del suelo, a una vida segada en La Moneda”.