LA POLICIA Y LOS DERECHOS HUMANOS

Opinión Por

Es realmente dantesco el panorama que observamos en algunas de manifestaciones públicas cuando interviene la policía nacional de Colombia. Desarrollan una brutalidad y violencia inaudita sobre jóvenes manifestantes, que como en cualquiera de las capitales del mundo, lo que pretenden es hacerse oír y sentir frente a las autoridades nacionales. Es de tal grado de irracionalidad que el mismo Congreso de los EE.UU.  ha pedido a través de 55 senadores al Secretario de Estado Sr. Blinken, que por favor solicite al presidente Biden que le diga al presidente Duque que cese tanta bestialidad y violación de los Derechos Humanos de los jóvenes, antes que sea irremediablemente tarde. 

Y no les falta razón. Jóvenes manifestantes que son asediados a tiros, de armas automáticas de guerra que están prohibidas por las Naciones Unidas para ser usadas contra manifestaciones públicas, por la desproporcionalidad frente a las escaramuzas civiles. Se han encontrado vainillas de balas usadas por la policía que no dejan la menor duda, junto a los graves testimonios de fotos y videos donde se muestran la policía nacional arremetiendo contra mujeres y niños que solo hacían de espectadores pacíficos de las manifestaciones y fueron tratados y detenidos con una brutalidad desmedida que ha llevado a las victimas hasta el suicidio.

Por eso me pregunto donde queda la preparación y formación en Derechos Humanos que obliga, indefectiblemente a la policía nacional al aprestamiento, para que su presencia y su accionar en la compleja vida colombiana siempre esté marcada en el respeto a la ley y a la Constitución Colombiana. ¿Esta preparación y formación en Derechos Humanos si se está cumpliendo como lo exige la ley? ¿Su rigurosidad si está siendo supervisada académicamente? Por que si esto no es así, se están incumpliendo directrices precisas que dan como resultados trágicos todo lo que ha pasado dolorosamente en el país los últimos 20 días de paro nacional.

Recuerdo que hace varios años cuando estaba al frente del Proyecto “Pedagogía de Paz y manejo racional de los conflictos” en la  Universidad Pedagógica Nacional, fui invitado por  Procurador regional de Fusagasugá, Cundinamarca, mi  buen amigo y paisano Dr. Jesús Neira, a dictar una conferencia de “Paz y Derechos Humanos” a los agentes de policía y oficiales que estaban formándose en la Escuela de Policía de Fusagasugá, y debo reconocer que me impactó, en ese tiempo, la claridad y formación de estos oficiales sobre Historia de Colombia, Derechos Humanos, Paz y convivencia. Hoy me pregunto ¿donde quedaron esas formaciones?

Considero muy válido terminar este texto recordando unas palabras muy importantes que expresó el gran colombiano Álvaro Castaño Castillo, en su libro publicado por el Editorial Cahur, titulado “La policía su origen y su destino” y que se encuentra en la colección Biblioteca Escuela de Policía General Santander y dice así: “La policía ideal sería aquella que fuera civil y no militar pues la policía militarizada es una policía deformada. Que fuera tutelar para que protegiera la comunidad, preventiva en vez de correctiva, inerme para que no hiciera uso de las armas y fuera defensiva, mas no ofensiva, y jurídica”. Por esta excelente y académica visión de la Policía, el presidente Alberto Lleras Camargo lo nombró Secretario General de la Escuela de Policía. (Entre 1943 y 1947, el doctor Álvaro Castaño Castillo realizó la investigación) 

Presidente del Comité Permanente de defensa de los DD.HH. Fue Embajador de Colombia en Europa. Trabajó en el Programa de Paz de la Universidad Pedagógica de Colombia, y es un reconocido defensor de Derechos Humanos.