Conozco a Juan Fernando Cristo desde mi época de Procurador General, porque hizo su Judicatura en la Procuraduría. Desde entonces he tenido cercana relación con él, especialmente porque fui muy amigo , colega Senador y compañero político, de ese gran hombre que fue Jorge Cristo Sahiún, vilmente asesinado por el Eln en su consultorio médico de Cúcuta.
Cuando Jorge falleció, Juancho, como lo llamamos cariñosamente sus amigos, buscó ocupar su curul en el Senado, lo que logró con éxito. Para entonces ya se había desempeñado como Secretario Privado del doctor Ernesto Samper en el Ministerio de Desarrollo, también como Secretario de Comunicaciones durante su administración presidencial y como Embajador de Colombia en Grecia. Juan Fernando era un joven aventajado y estudioso al que le gustaba la política. La desgracia familiar no lo arredró.
En el Senado estuvo dieciséis años, laborando con inteligencia y honradez. Se dice de comportamientos indeseables de muchos políticos, pero nadie ha reprochado nunca la integridad ética de nuestro Senador, siempre diligente y activo, proponiendo cosas novedosas, demostrando solvencia intelectual y carácter, defendiendo las mejores causas, nunca comprometido en jugarretas de mal gusto ni en acciones inconvenientes.
Cristo es liberal de pensamiento, de actitud, de comportamiento. Un demócrata integral comprometido con la igualdad, con la equidad, luchando contra la discriminación y el absolutismo. Es miembro del Partido Liberal, como su padre, Colectividad en la que ha desempeñado los más importantes cargos de representación y de dirección. Lo ha hecho con lealtad, con compromiso, sin que haya estado saltando de patio en patio, en busca de canonjías o de adulaciones. Hizo oposición a los gobiernos de los Presidentes Pastrana y Uribe Vélez, con ardentía pero sin sectarismos, con responsabilidad, sin obstruir ni pretender dañar las acciones de gobierno bajo el prurito de ser contradictor.
En los últimos años fue Ministro del Interior. Sé por experiencia personal lo difícil que es desempeñar esa Cartera y los sacrificios que debe hacer su titular para obrar correctamente. El trabajo de Juan Fernando Cristo allí fue impecable, activo, ponderado y aponderado, con resultados que nadie nunca logró. Con el agregado de que nunca hubo situaciones tan complejas ni tan difíciles como las que le fue preciso afrontar. Un éxito sin precedentes.
Ahora Cristo, con una gran formación y experiencia, con una familia querida, sólida y ejemplar, con muchas y muchos seguidores en todas partes, aspira a ser Presidente de la República. ¡Lo merece!
Pero antes debe cumplir un paso nada fácil. Debe ganar el próximo domingo la Consulta Liberal, un procedimiento popular y abierto a todos los colombianos, lo que siempre es un trance complicado porque debe recibir el respaldo de muchas y muchos amigos.
Sin ninguna reticencia recomiendo apoyar a Juan Fernando Cristo. A los liberales, claro, pero también a tanta gente que quiere un gobierno serio, democrático, incluyente, que apoye la paz y defienda a las víctimas, comprometido en luchar contra la corrupción y deseoso de hacer evidente que los colombianos sí podemos. ¡Votar por cristo, es la mejor opción!