POR UN NUEVO PROYECTO DE NACIÓN

Opinión Por

Lo demuestra esta dramática situación que estamos padeciendo. Los colombianos debemos actuar inmediatamente para construir UN NUEVO PROYECTO DE NACIÓN. Es urgente salir de este desastroso modelo social y económico que vivimos. Lo único que ha hecho durante decenas de años es perpetuar: La miseria, el hambre, la explotación inmisericorde, la exclusión, el odio, la ignorancia, la insolidaridad, la inequidad, y a los terratenientes. Nunca se ha detenido a pensar en las profundas dificultades y angustias en las que se debaten, diariamente, más de 25 millones de colombianos sobreviviendo en la línea de la pobreza absoluta. Quiero decirles, si perpetuamos este desastroso y truculento camino vamos rumbo a la disolución definitiva como nación. 

La protesta pacífica que es la base fundamental de la democracia ha sido, irresponsablemente, ahogada en un baño de sangre donde han caído decenas de jóvenes a quienes un Estado abusivo negó por años sus vitales Derechos Humanos y hoy vemos, aterrados, la lucha de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), haciendo ingentes esfuerzos por venir al país y ayudar, en medio de esta prepotencia del poder de Duque y sus congéneres, a encarrilar este descuadernado país.  

Desde que los invasores españoles pisaron nuestras costas iniciaron una política criminal de despojo contra las comunidades indígenas que habitaban estas regiones. Robaron sus pertenencias y saquearon sus palacios buscando en una forma compulsiva y esquizofrénica el oro para enviar a España. El proceso de la Independencia logró romper el colonialismo español, pero instauró la vida política de los caudillos militares que, muerto el Libertador, se repartieron estas tierras a sangre y fuego. Impusieron sus deshonrosas condiciones y dieron origen al latifundismo, apropiándose sus descendientes de minas, bosques, selvas que hoy engrosan las riquezas de las narco- oligarquías criollas.

 Posteriormente, cooptaron todo el poder y se lo han venido repartiendo sistemáticamente. Pero jamás han pensado en los indígenas, en los afrodescendientes y los millones de pobres que sobreviven en condiciones de hambre y miseria en este país.

Este es el proyecto de país que es urgente cambiar si queremos ser una nación viable. Los jóvenes colombianos que caracterizan las grandes y alegres manifestaciones, acompañados de músicos e interpretando sus nuevas canciones, han manifestado en sus declaraciones, como las que le concedieron a la periodista María Jimena Dusan, que ellos luchan por un país diferente, que se caracterice por la solidaridad, la empatía, la ayuda efectiva a los grandes cordones de miseria que rodean nuestras ciudades. Se quejan, con razón, de una clase política que solo piensa en satisfacer sus gustos y necesidades cuando criminalmente han dejado en el olvido a los jóvenes pobres, obreros, campesinos, a los indígenas, a las comunidades negras, y dicen: “Esto no puede seguir ocurriendo impunemente”. 

Manifiestan también una preocupación y solidaridad por los policías. Dicen que han sido amaestrados, lavados sus cerebros para que respondan brutalmente en contra de los manifestantes, que son sus hijos, y esto debe cambiar. Abogan por una policía solidaria, que colabore con gente pobre y humilde de los barrios y de los campos. No como máquinas de violencia y muerte, sino como seres humanos que también tienen necesidades, sueños y esperanzas.

Pero su preocupación central es el autismo de Duque, no escucha. Tiene una profunda incapacidad para conectarse con los jóvenes en su mundo y en su tiempo real. Le faltó en su educación esa parte vital de conocer el alma genuina de los jóvenes colombianos que hoy, contra viento y marea, están escribiendo una historia diferente de la nación y exigiendo un cambio rotundo del proyecto político actual, que nos logre convertir en esa nación buena, solidaria, incluyente, equitativa, justa, magnánima, respetuosa de los Derechos Humanos y en Paz, por la que están luchando.

Presidente Duque, “los tiempos están cambiando” …Escuche a los jóvenes.

Presidente del Comité Permanente de defensa de los DD.HH. Fue Embajador de Colombia en Europa. Trabajó en el Programa de Paz de la Universidad Pedagógica de Colombia, y es un reconocido defensor de Derechos Humanos.