En una campaña marcada por la polarización, los ataques personales, y el pulso de las encuestas, uno de los factores que más ha quedado relegado ha sido el valor de las ideas, esas propuestas que serán la hoja de ruta de cada uno de los candidatos.
Los candidatos que afirman ser de centro, derecha o izquierda moderada, se destapan a la hora de ver sus propuestas completas, pues lo cierto es que en Colombia el voto es programático, y al final será el programa de Gobierno el que usted escogerá el 27 de mayo, en un momento trascendental de la historia.
¿Qué pasará con el desempleo? ¿Subirán de nuevo los impuestos? ¿Cuál es el futuro de la implementación del Acuerdo de paz? ¿Prosperará la negociación con el ELN? ¿Llegarán más recursos a la educación pública? ¿Se dará poder a las regiones para manejar sus recursos con transparencia?
Estas y muchas otras preguntas son las que deberían preocupar a los colombianos, pero entre el deber y el ser, la gama de debates emocionales y de excusas ideológicas tienen envuelta a la campaña presidencial en un escenario complejo.
Si bien la sátira y la crítica a los candidatos por su coherencia, sus propuestas y políticos que los rodean es importante, también es importante escucharlos, observar su visión de país, su experiencia, y si aquello que proponen es posible cumplirlo.
Esta semana inician los debates presidenciales y vicepresidenciales, y seguramente en ellos se volverá a ver quiénes están dispuestos a tener propuestas serias y quienes se empecinarán en el debate de las emociones y acusaciones mutuas. Que más allá de un puñado de encuestas comencemos a ver un puñado de propuestas.
