Colombia es un país diverso, un país donde chocan todo tipo de minorías, donde la democracia se ha caracterizado por una cierta estabilidad, pero también por un cierto grado de exclusión.
En este océano de ideas y visiones de país, hoy se ve como nunca un fuerte enfrentamiento ideológico rumbo a las elecciones, los extremos tienen todo el protagonismo y la tensión siguen creciendo, y ojalá el respeto por esa diferencia también lo hiciera.
Parece sorprender que estemos en un país donde todavía se pone en tela de juicio que algunos sectores tengan participación política, y que los grandes debates se den en espacios democráticos, que se crea que las mayorías pueden elegir sobre los derechos de las minorías y que el espacio para el debate debe ser limitado.
Pero sobre todo parece perderse el respeto. Los puntos en común entre aquellos que no están de acuerdo no son valorados, y la violencia sobre el contrario sigue rampante, los líderes sociales son asesinados en cifras escandalosas, las amenazas sobre la seguridad de los candidatos presidenciales sigue siendo tema, e incluso en los espacios privados y familiares parece existir una gran resistencia a un debate respetuoso.
Algo común del debate es que no se puede esperar que producto del mismo una persona cambie de idea, es posible, pero no es el propósito. El propósito del debate democrático debe ser el choque de ideas, no el irrespeto sobre las ideas del otro, y la lluvia de insultos y descalificaciones no puede ser el camino en nuestra democracia.
Rumbo a la primera vuelta presidencial se hace un llamado, tanto a los políticos, como a los ciudadanos, a dar sus debates con respeto, y ante todo a comprender que la diferencia existe y existirá, no se puede pedir el exterminio del contrario: por llamarse de izquierda, de derecha, socialista, castrochavista, fascista, por ser de un nivel socioeconómico, o por su raza, u orientación sexual.
Las redes sociales, donde las personas sin dar su cara llueven en insultos e incluso amenazas como al caricaturista Matador, y esperan no tener consecuencias sobre la realidad del país, han sido el pozo séptico de la política.
Ser diferentes es algo que no cambiará, pero ser respetuosos ante la diferencia es un requisito básico para un mejor país, gobierne quien gobierne.