Durante esta semana los grupos de estudiantes de varias universidades del país decidirán si continúan en paro, o si regresan a clases. En la mayoría de los casos la continuidad del paro podría significar la cancelación del semestre, y luego de fuertes y complejas marchas la semana pasada, cabe preguntarse ¿Qué se está haciendo para dar fin a la protesta del sector educativo?
La mesa de diálogo sigue suspendida, las peticiones de los estudiantes firmes, y los acuerdos lejos de llegar, están sumergidos en un largo enfrentamiento de noticias, tanto de estudiantes víctimas de los excesos de la fuerza pública, como de miembros de la policía, comerciantes, y ciudadanos del común que se vieron afectados por los vándalos (minoría en las marchas) que provocaron este desorden.
No se puede justificar ningún tipo de violencia para realizar una protesta social, como tampoco para detenerla, menos aún se puede esperar que no haya consecuencias en la movilidad, y diario vivir de los colombianos, pues esa es la herramienta que usa un sector de la sociedad para llamar la atención sobre una necesidad apremiante.
Estigmatizar a los estudiantes o ignorarlos es la peor estrategia, sus reclamos no desaparecerán con el fin de las marchas de este año, como tampoco el problema de denuncian, y un mínimo es sentarse con ellos para buscar soluciones, dar prioridad a los problemas de la comunidad educativa, sin politizarlos con generalizaciones, pero colocando las posibilidades en la mesa.
¡Es hora de un diálogo de alto nivel del gobierno para poner fin a estas marchas!