El gobierno a través de la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, se siente orgulloso de tramitar un puñado de iniciativas en esta primera legislatura, como si los proyectos hundidos y la falta de oriente claro del gobierno frente a sus más ambiciosas metas, no fuera relevante.
La realidad contrasta duramente con lo manifestado por la ministra, por un lado, el gobierno perdió tiempo valioso en las objeciones a la Ley Estatutaria de la JEP, y no puede culpar al gobierno por intentar reformar un acuerdo de paz, del cual se encuentra en desacuerdo casi desde su concepción, lo reprobable es intentar un método que torpedeaba el funcionamiento la jurisdicción especial de paz, mientras al mismo tiempo estaba condenado al fracaso en un Congreso con mayorías claras frente al tema.
Entre los escasos éxitos del gobierno está la Ley Tic, que busca modernizar ese sector, las leyes económicas, mientras el país presenta serios indicadores de estancamiento, proyectos como la Ley de Financiamiento (una reforma tributaria), el Plan Nacional de Desarrollo, el Presupuesto General de la Nación 2019, y el presupuesto bianual de las regalías.
También se aprobó un proyecto para que los delitos de narcotráfico y secuestro no sean conexos al delito político, sacándolos así del espectro de una posible negociación con el ELN (por ahora).
Se aprobó la segunda vuelta para las elecciones a la alcaldía de Bogotá, desde 2013, iniciativa de Cambio Radical y el Partido Liberal, la creación del ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (una transformación de Colciencias a ministerio), proyecto del liberalismo en cabeza del senador Iván Darío Agudelo, y la creación del ministerio del Deporte (una transformación de Coldeportes en ministerio), que fue una idea inicial del Partido de la U.
Pero lo demás fue trágico para el país, el gobierno no cumplió su promesa de sacar adelante con mensaje de urgencia oportuno, los proyectos de la consulta anticorrupción, consulta que tuvo una lánguida campaña por parte del Centro Democrático, que antes de las presidenciales de 2018 en cabeza del senado Álvaro Uribe, había prometido lo contrario.
El partido del presidente Duque, no ha podido sacar adelante grandes reformas como la política o la judicial, prometidas desde la campaña, han culpado a la oposición, pero la bancada de esos partidos es más pequeña que los de aquellos declarados de gobierno o independientes, lo que demuestra una situación tensa y desordenada para alcanzar los objetivos legislativos.
Los debates de control político, han sido también tensos como de costumbre, pero con el ingrediente adicional de dejar un malestar profundo con el partido de gobierno, pues su senador Ernesto Macías, actual presidente del Senado, no dio garantías para terminar el debate contra el entonces Fiscal Néstor Humberto Martínez, y terminó la sesión, tampoco concedió el derecho a las bancadas opositoras de fijar una fecha de debate, como lo estipula el Estatuto aprobado para precisamente para proteger esos derechos, y calculó mal las votaciones de las objeciones a la JEP, que terminaron con un fuerte pronunciamiento de la Corte Constitucional, recordándole simples cuentas matemáticas.
La presidencia del senado fue polémica, y aunque por ahí han pasado otras grandes figuras del legislativo, pocas veces se habían visto tantos y constantes choques por temas procedimentales provocados por lo que muchos senadores consideraron, falta de garantías de una presidencia en el congreso que intentaba desesperadamente hacer posible con ese liderazgo, lo que no alcanzaba con votos.
Falta mucho trabajo, si el gobierno quiere realmente sacar adelante banderas como la “economía naranja”, las reformas estructurales que prometió, e incluso llegar a otros acuerdos con respecto a la paz, necesitará más que un discurso donde dice que no da mermelada, necesita una verdadera estrategia legislativa.
Los partidos también requieren más unidad, lo declarados partidos de gobierno son solo en el papel, en especial La U, mientras los independientes permanecen separados entre ellos, y se unen esporádicamente para alguna iniciativa que los vincule.
Finalmente, el Centro Democrático, siempre disciplinado, está siendo castigado por sus propios métodos utilizados durante el gobierno Santos cuando eran oposición, y sus debates (como en el caso de la JEP), son poco conciliadores, poco cohesionados, y parece que no logran tomar la marcha de un verdadero partido oficialista, como tampoco de un gobierno que necesita desesperadamente que sus congresistas fomenten más unidad y visión hacía el futuro, que el desentierro de viejas peleas políticas, y viejas teorías conspirativas, es decir, el gobierno necesita que se pongan a trabajar, o en resumidas cuentas, ayuden a gobernar.