Un 13 de agosto de 1999 a las 5:45 am, dos hombres en una moto con placas ocultas silenciaban a una de las voces más brillantes del humor político colombiano, una persona que no dudó en enfrentar, criticar y cuestionar, con su muy elocuente sátira, a toda la clase política colombiana, ese día, rumbo a Radionet, fue asesinado Jaime Garzón.
Tenía 38 años, y además de alegrar al país con sus comentarios, se había dispuesto una fuerte actividad en busca de la paz, en una de sus más recordadas frases decía: “En Colombia, la pregunta es: ¿quién nos va a matar?, ¿los guerrilleros, los paramilitares, los narcos o los políticos?”
Garzón fue conocido por sus múltiples programas haciendo referencia a los gobiernos de turno, y haciendo una aguda crítica al funcionamiento del entonces sistema bipartidista (ya en su ocaso), en 1990 iniciaría en televisión con Zoociedad, donde sin restricciones hablaba de la difícil situación de seguridad que vivía el país, en especial por el narcotráfico, allí hacía el papel del presentador Émerson Francisco.
Después con RTI, crearía ¡QUAC! El Noticiero, donde nacería Godofredo Cínico Caspa, uno de sus personajes más recordados, conocido por sus posturas ultraconservadoras, en burla por un país que parecía vivir en el pasado, también estarían Nestor Elí, el famoso vigilante del edificio “Colombia”, una analogía del país, en cuyo Penthouse, viviría el entonces presidente, también estarían el personaje del reportero William Garra, la fría Inti de la Hoz y la inolvidable empleada de Casa de Nariño, Dioselina Tibaná.
Luego con La Lechuza, en el Noticiero CM&, y en Noticias Caracol, crearía a Heriberto de la Calle, un lustrabotas que entrevista a todo tipo de personajes, desde los guerrilleros más temidos, hasta los candidatos presidenciales, sería a la postre su personaje más recordado.
Curiosamente Garzón pensaba de sí mismo: “Yo soy aburridísimo: creo en la vida, creo en los demás, creo que este cuento hay que lucharlo por la gente, creo en un país en paz, creo en la democracia, creo que lo que pasa es que estamos en malas manos, creo que esto tiene salvación”.
Con su asesinato, el país perdió a una de sus voces más ilustrativas de las realidades, vanalidades y horrores de su época, que todavía hoy, refleja buena parte de una sociedad herida por la guerra, manchada por el narcotráfico, pero llena de esperanza por un país en paz.