La economía colombiana sufre, y es necesario prestarle atención. Esa es la conclusión del Banco de la República, en cabeza de Juan José Echavarría, quien alertó que el crecimiento del último trimestre se ubica en un 2,3%, cuando esperaban un crecimiento entre el 3,2% y el 3,5%.
La caída de la confianza del consumidor, el desempleo en un 10,3% (cuando el país había logrado mantenerlo debajo de un digito), y las fluctuaciones en el precio del dólar, deberían generar una preocupación natural en el gobierno y en el control político que realiza el Congreso.
Han pasado meses debatiendo sobre Santrich, y las modificaciones al Acuerdo de paz, pero lo que más llama la atención es la rampante polarización alrededor de los temas, y el espejo retrovisor que usan parlamentarios del Centro Democrático, cada vez que algo sale mal en la era Duque.
Se debe confiar en que el gobierno no dejará naufragar al país en temas económicos, aún más después del nuevo espaldarazo de los empresarios, y de la última reforma que disminuyó la carga tributaria a ellos.
Pero es necesario comenzar a debatir sobre el tema, pedir una hoja de ruta clara para mejorar la situación económica del país, y enfocarse en gobernar, más allá de los revanchismos con respecto a lo ocurrido en el gobierno Santos. El futuro del país está en juego.