¿Cómo un Gobierno implementa una promesa de campaña y ante cualquier fallo culpa a los mandatarios locales? Eso es lo que se evidenció en el primer Día sin IVA implementado en uno de los peores momentos de la pandemia, cuando el país ya enfrenta más de 3 mil infectados por día.
Por una parte, no vale simplemente asegurar que la mayor parte del país cumplió o no con los protocolos en este día, ni endilgar a todos los alcaldes y gobernadores responsabilidades sobre el control de la movilidad ciudadana, cuando ha sido el mismo Gobierno Nacional el que ha venido sumando excepciones a través de sus decretos a las cuarentenas.
Por otra parte, tampoco se comprende el que se pretenda que exista un gran control por parte de alcaldes y gobernadores a las posibles aglomeraciones generadas en el pasado Día sin IVA, mientras al mismo tiempo quedó claro que este es un desafío con el que ya tenían problemas estos mismos mandatarios locales sin la realización de tales actividades que promueven un mayor consumo en los diferentes establecimientos de comercio del país.
Las páginas web de varias tiendas de grandes empresas colapsaron, y los establecimientos vieron mareas de ciudadanos intentando llegar primero para realizar sus compras como si se tratara de una jornada navideña o un Blackfriday en los Estados Unidos, y la respuesta ante tal irresponsabilidad por parte del Gobierno bien se puede resumir en el pronunciamiento realizado por la Ministra del Interior, Alicia Arango:
“En el #DiaSinIVA, los alcaldes y gobernadores deben hacer cumplir las medidas de distanciamiento social y los protocolos de bioseguridad establecidos. Es trabajo de todos proteger la salud y la vida de los colombianos.” (Ver tweet).
Pero, la irresponsabilidad de no dar prioridad a la cultura ciudadana sobre el cuidado de la vida de todos, no parece ser el motivo para ejecutar tal propuesta, bien pudo ser un ejemplo perfecto de cultura sobre las compras online, y con eso dar paso a una “nueva normalidad” que promueva además que empresas medianas y pequeñas, tan afectadas por la crisis sobreviniente por la pandemia tuvieran iniciativas apoyadas por el Estado para sus ventas por internet, pero nada de esto ocurrió, ni fue evidente ese día.
¿Ganamos algo?
Además, más allá de la peligrosa compra que haya hecho un ciudadano ese día, intentando adquirir algún producto excento de IVA dirigiendose personalmente a un establecimiento de comercio, cabe la pregunta sobre los beneficios reales que trae consigo este ejercicio.
A propósito el destacado economista, Mauricio Cabrera Galvis, escribió esto en su columna semanal para Ola Política: “El costo fiscal del día sin IVA no solo es ineficiente sino también regresivo pues no beneficia a los más pobres y vulnerables, sino a los estratos medios y altos que son los que tienen dinero para comprar televisores, o los bancos que incrementan la facturación con tarjetas de crédito.” Y además añade: “Ineficiente también para estimular la producción doméstica, porque según los mismos comerciantes la mayor parte de las compras fueron de electrodomésticos, computadores y teléfonos, todos importados, y muy pocos productos nacionales.”
Según Fenalco, el Gobierno dejó de percibir unos $900 mil millones, que no beneficiaron exactamente a los estratos más bajos, y que pudieron utilizarse para dar ayudas más directas como subsidios, o alivios de otro tipo que sí tuviera como propósito mitigar el aumento desmedido de la pobreza que varios económistas han proyectado.
Es decir, por ahora, ni por eficiencia o pertinencia, y peor aún, en detrimento de la vida y seguridad de los colombianos, se implementó un día sin IVA cuyos efectos se sentirán en las próximas dos semanas en contagios de ciudadanos que se expusieron esa o alguna de las tres fechas que se aproximan.
Finalmente, no se puede negar que los mandatarios locales tienen un parte de responsabilidad sobre los protocolos de un día anunciado con antelación, aunque sea compartida con el Gobierno Nacional, tampoco la responsabilidad de los ciudadanos que lejos de identificar un riesgo decidieron lanzarse a los peligros de las aglomeraciones, por un electrodoméstico o algún otro objeto que jamás reemplazará las vidas que se terminarán afectando gravemente o perdiendo a causa de un virus que si bien es un gran mal para el economía, es también una alerta para las descuidadas costumbres de consumo que tenemos como humanidad.