Muy pocas veces en la historia se encuentra a un candidato como Humberto De La Calle, no sólo porque es el arquitecto de un Acuerdo de paz con la guerrilla más grande del país, sino además por todo lo que representa, su experiencia como constituyente, magistrado, registrador, vicepresidente, y ministro, y además por tener una hoja de vida no menos que intachable.
El ahora excandidato estaba en la cúspide de su vida política, después de esta elección debido a su edad y experiencia, es muy improbable que vuelva a presentarse a un cargo de elección popular e incluso que se le dé un cargo elevado en el gobierno. Entonces ¿Qué pasó?
Con solo el 2% de la votación, y por debajo de lo necesario para la reposición de votos, la campaña de Humberto fue inexistente, nunca despegó. Su partido en cabeza de la Dirección Nacional de Cesar Gaviria no parece haber dado las condiciones mínimas para el candidato.
El partido adoleció de estrategia, recursos, y apoyo de sus propias bases en todo el territorio para apoyar De La Calle en un completo acto de inoperancia desde la sede nacional del partido. Es bien conocida la desmotivación que siguió a la cadena de errores presentados en su campaña, los mismos dirigentes del partido que le aconsejaron irse a una consulta en 2017 para definir el candidato rojo, y para luego direccionar las acciones de campaña, parecen significar la causa de declive.
De La Calle como mediador y hombre de estado, asumió responsabilidades, recorrió el país, y en especial en los últimos debates dio muestras de su inmensa experiencia y de todo lo que podía lograr.
La vocación de poder misma del Liberalismo, que ha marcado la historia del país en innumerables oportunidades, hoy se desvanece y las actuales directivas del Partido Liberal tendrán una carga de responsabilidad histórica por eso.