El último reto de un presidente es hacer un empalme que permita un cambio de gobierno lo menos traumático posible para el funcionamiento del Estado. Esa es la clave de una democracia, donde a pesar de las diferencias transferir las responsabilidades del gobierno a otras manos sea de la forma más profesional posible.
Hasta el momento y sin mayores percances, el gobierno Santos inició un empalme efectivo y abierto al gobierno Duque, y tiene en esto la oportunidad de mostrar la importancia de sus más importantes políticas y la continuidad de las mismas.
Duque tiene por delante un mar de desafíos y todo tema de administración pública que lo retrase en enfrentarlos afectará tanto a su gobierno, como a los millones de colombianos que dependen del funcionamiento de ese gobierno.
Es recibido como buena primera noticia del gobierno entrante, que este escenario se esté dando.
Es momento de dejar a un lado los debates ideológicos y centrarse en el funcionamiento del Estado colombiano, cuya más mínima falla afecta a los ciudadanos de a pie, y esa es la verdadera visión de un empalme de altura.