Esta semana la mecánica de formar y desbaratar coaliciones rumbo a la presidencia se ha convertido en un ejercicio interesante.
Primero, cabe rescatar como la centro-izquierda sigue demostrando una total incapacidad de unidad. Varios candidatos aún creen en sus posibilidades individuales, mientras otros antes de pensar en el futuro de un proyecto político amplio, consideran más importante su propio proyecto.
Segundo, se destaca la voluntad de Marta Lucía Ramírez en permitir una coalición más amplia vía consulta, que irse sola confiando en su poder individual.
Y tercero, aunque Ramírez, Duque y Ordóñez estén unidos, esa coalición tiene el costo de renunciar a un discurso anticorrupción, lo cual se produce al permitir ingresar a un exprocurador destituido por darle puestos a los familiares de la Corte que lo ternó para su reelección.
Esa lucha de egos seguramente sellará el destino de las presidenciales, podría acabar de un solo golpe a Petro y Fajardo, al primero por no lograr unir a más candidatos con su nombre y al segundo por considerar que le va mejor con la coalición hasta ahora lograda, una que muy seguramente estará muy lejos de una mayoría en el Congreso.
Esos egos también serán cruciales en disputa contra Vargas Lleras, en la capacidad de la derecha de unir el voto cristiano así Viviane Morales llegué por su cuenta, como también en la posibilidad de llevar al Partido Conservador a Vargas o a la coalición Duque, Ramírez y Ordóñez.
Aunque al final será el voto de cada colombiano el que juzgue entre semejante meollo.