Santrich sigue desaparecido, a El Paisa lo buscan al perder sus privilegios ante la JEP, y tampoco se sabe el paradero de Iván Márquez, entre otros exguerrilleros, pero, en el congreso siguen Carlos Lozada, Pablo Catatumbo, Victoria Sandino, Marco Calarcá, entre otros también importantes excombatientes.
La mayoría, es decir, miles de ellos, que no figuran en los medios de comunicación, sus vidas son ahora principalmente rurales, e incluso en pleno proceso de capacitación, y normalización, siguen allí, luchando por lo que creen es un nuevo futuro, o por lo menos, un futuro sin conflicto.
Muchos de ellos pasarán por la JEP, otros siguen sus vidas buscando a familiares que no ven hace décadas, o haciendo lo posible por huir de zonas peligrosas, y otros tantos resguardándose y buscando nuevas oportunidades en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR).
Entonces ¿Deben pagar los miles de exguerrilleros que ahora viven en paz, por un grupo que regresó a las armas, u otro que se negó a jugar su papel y ahora se encuentra desaparecido?
Visualizar a todos los guerrilleros, incluidas mujeres y niños que se encontraban en las selvas, como personas que no merecen inclusión en un país en paz, es negar no solo su condición humana, también la posibilidad de reconciliarnos, de dejar la violencia atrás, y de hablar de un nuevo país.
Ese país parece escaparse de nuestras manos, cuando nos concentramos en un puñado de exguerrilleros, y dejamos de ver a los miles que intentan cambiar sus vidas, estamos crucificando a la mayoría por los actos de unos pocos.
La visión de un nuevo país, debe comenzar no solo por reconciliar la forma como observamos el acuerdo de paz mismo, sino además, las vidas detrás de ello, las vidas de las víctimas que merecen verdad, justicia y reparación, pero también de los ciudadanos menos visibilizados del país, que podría ser las nuevas víctimas de una posición egoísta, que quiere destruir una oportunidad de paz, por ver a un grupo de personas que no honraron su palabra, y que dejan abajo a los que sí desean un nuevo comienzo.