Como una “tortura china” manifestó el Ministro del Interior Guillermo Rivera, el trato que la Presidencia de la Cámara le da al trámite de la Reforma Política. Pero también la falta de plenaria y las dificultades en la aprobación de la Jurisdicción Especial de Paz (JEP), demuestran un hecho irrefutable: Santos se está quedando solo.
Rumbo a la campaña presidencial varios congresistas parecen hacer sus propios cálculos electorales y en las últimas semanas su actitud ante los proyectos claves para el país han dejado ver esa intención por comenzar a complacer más los estrados.
Ni con 9 ministros y altos funcionarios el pleno, el Gobierno ha podido avanzar en el Fast Track, crucial para la implementación de los Acuerdos. Ahora bien, el reto para los actuales Ministros y el propio Santos, no es tanto mantener el trabajo realizado, sino además hacerlo ante circunstancias cada vez más extremas, en la medida que se acerca el fin de su mandato, las cartas que puede jugar el Gobierno se reducen y la presión sobre los parlamentarios aumenta.
Pero la historia no los justificará sólo alrededor de las circunstancias actuales, sino sobre el hecho de pensar o no en el futuro de un país que intenta tener éxito en el post-conflicto. Esa misma historia hablará de congresistas que vieron una oportunidad de bajar las banderas por las que lucharon 7 años y medio, para al final buscar votos, y también verá a aquellos congresistas que hicieron todo lo que estuvo a su alcance para defender con coherencia los proyectos por los que lograron mayorías aplastantes para alcanzar entre otras cosas un Acuerdo de paz exitoso.
Mientras el Gobierno con el sol a las espaldas intenta sacar adelante iniciativas que marcarán la historia, veremos si la presión electoral entre otras, no frena por lo completo a un Congreso sobre el cual recae una de las responsabilidades más importantes de los últimos tiempos en Colombia: construir un legado de paz sostenible y duradera.