¿De quién es la culpa?

Opinión Por

Nos hemos acostumbrado a quejarnos y a echarnos la culpa unos a otros como si con ello resolviéramos los problemas que tenemos como país  y como sociedad.

Incomprensible es que no sintamos ni un poquito de estupor al lanzarnos la pelota entre todos y no asumamos responsabilidades, ya que se nos olvida que tenemos obligaciones para con el Estado, la sociedad y la familia.

Definitivamente la educación en el país colapso. El inculcar tener un espíritu crítico y analítico se volvió pecado y la polarización ha alcanzado las aulas escolares de una manera maniqueísta, y así nos hemos acostumbrado y perdido la capacidad de asombro, lo cual es lamentable pues no conocemos tampoco la importancia de la educación política ya que los caciques de pueblo nos siguen diciendo como pensar y por quien votar.

Tanto el Estado como cada uno de los connacionales deben asumir el rol que le corresponde y con él su compromiso.

Como colombiana no puedo entender después de ver a diario al Presidente Duque y a su ministro de Salud en el programa de televisión que crearon para que conozcamos los supuestos avances que dice hacer el gobierno nacional en época de pandemia, y conocer posteriormente la noticia que publicó El Heraldo en días pasados titulada Ratones se están comiendo los cadáveres en el hospital de Riohacha, es cuando me pregunto ¿Qué está haciendo el gobierno nacional por los territorios abandonados como la Guajira, en donde no cuentan con la salubridad pública ni una morgue  en el hospital y tampoco poseen la calidad de vida que requiere una comunidad en pleno siglo XXI?

Otra vergüenza pública es el conejo que le están haciendo a personas de la tercera edad y en particular a las que acuden solas a los centros de vacunación, pues algunos de los encargados simulan poner la vacuna, mientras lo que inyectan es aire.

El colmo de los colmos fue la noticia de prensa que se conoció en la que algunos adultos mayores tuvieron que interponer una tutela a una IPS porque no quería colocarles la misma vacuna que les habían puesto en su primera dosis, diciendo que se había acabado y por ello, debían colocarle otra distinta. Los que interpusieron la demanda la ganaron y la entidad tuvo que ir a la casa de cada uno de ellos a colocarle la misma vacuna que le habían puesto en la primera dosis.

¿Dónde queda la ética médica que juegan con la salud y la vida de las personas? ¿Es que los derechos del adulto mayor son de adorno?

Pero esta historia es de nunca acabar. Si recordamos las promesas del jefe del Estado en su programa televisivo en relación a que ya se tenía en control la compra de las vacunas y para la fecha en la que nos encontramos se irían a vacunar por lo menos entre el 30 o 40% de las personas, lo cierto es que según noticias de prensa no hemos llegado ni al 5% de la población y ya se dice que no hay vacunas. Entonces, ¿qué paso con el dinero que se pidió en préstamo para la compra de vacunas y para adecuar los hospitales en particular en los territorios?

La educación como el de la salud son derechos fundamentales a exigir y no pertenecen a ningún partido político, pero si los colombianos creen que con solo quejarse y echarle la culpa al vecino se solucionan los problemas, estamos retrocediendo en la historia. Nos toca unirnos a todos y pensar qué clase de Estado y democracia queremos tener y exigir para que constitución se cumpla y se haga realidad las bondades de un Estado Social de Derecho.