La coherencia en la política es fundamental, y tener una vida pública sin lugar a duda genera una fuera presión sobre la vida privada de las personas, limites que hoy se consideran casi inexistentes.
Un político debe mostrar capacidades de liderazgo, dirección, pero además de poseer el ejemplo frente a los temas que trata al intentar gobernar, principalmente al intentar gobernar una ciudad. Pero además todo hombre o mujer, tiene la obligación de respetar la ley, y el caso de Hollman Morris parece un ejemplo de todo lo anterior.
Su esposa Patricia Casas, decidió ir a la W Radio para hablar de la denuncia ante la Fiscalía contra el precandidato a la Alcaldía de Bogotá (que ya tiene el aval de MAIS), para explicar entre otras cosas lo que ella asegura fue maltrato intrafamiliar, físico, psicológico, y abandono de las obligaciones del hoy concejal frente a su hogar.
En los chats expuestos, de evidencian palabras contra ella como “manipuladora”, “chantajista” e incluso le dice que “trabaje”, la señora Casas indicó que hace 20 años se dedica a su hogar y aunque ha trabajado en la crianza de sus hijos, es el concejal Morris quien provee los recursos del hogar.
Mientras el concejal intenta liderar temas en Bogotá o manifestándose en las calles, la denuncia y las palabras de su esposa ante los medios manifiestan que por ejemplo, sus hijos tuvieron problemas para tener la alimentación y útiles escolares necesarios, de hecho su esposa manifestó: “Para mí no es coherente que uno marche por la educación pública pero su hija no tenga cómo estudiar, que uno marche por la integridad de las mujeres pero no las respete”
Entonces ¿Cómo entender que una persona que intenta liderar en Bogotá la lucha contra pobreza, la educación, o manifestar transparencia en el servicio público, tenga tal conducta en su propio hogar?, ¿A qué ciudadanos representa una persona que intenta encarnar ideas que al parece no vive?.
El caso es sumamente delicado, hay menores de edad involucrados, y la vida cotidiana de una familia, quizás el llamado de atención es más por personalidades como Morris, que han manifestado querer gobernar Bogotá, pero que hoy se debaten ante la incoherencia política que significa este trato a su esposa, sea que estén o no en proceso de separación.
Las actuaciones de la denuncia incluirían la orden a Policías a llevarle dinero a la señora Patricia por parte de Morris, orden a personas para vigilarla (aceptadas luego por el concejal que manifestó que lo hacía por preocupación por su hogar), prostitutas e incluso adicciones.
¿Cómo separar estos aspectos de la vida de una persona de su ejercicio político? En este portal consideramos que no es posible.