A partir del año 2023 la capital tendrá segunda vuelta para elegir a su alcalde. Con un potencial de cinco millones de habitantes habilitados para votar, cada vez que ningún candidato logre al menos el 40% de los votos, se irán a segunda vuelta.
El proyecto autoría del representante José Daniel López de Cambio Radical, y Juan Carlos Losada del Partido Liberal, ambos por Bogotá, buscará que los elegidos a partir de ese año tengan auténticas mayorías que afiancen su legitimidad, y les permita gobernar con menor oposición popular.
Según el representante López: “Bogotá históricamente ha elegido alcaldes minoritarios, que más allá de su filiación ideológica, han tenido que dedicar buena parte de su mandato y sus energías, para defenderse políticamente, y no para lo que debe ser su prioridad que es resolver los problemas principales de la ciudad”
El debate de la segunda vuelta
Por supuesto, este proyecto no ha dejado de pasar por la polémica, pues varios parlamentarios consideran que representa un costo adicional innecesario para las elecciones, pues como en el caso del presidente Iván Duque, que un candidato derrote a otro en segunda vuelta, no garantiza que tendrá más gobernabilidad y menos controversia política que detenga su administración.
Pero las cifras sobre los porcentajes con los cuales se eligió a los últimos alcaldes también son interesantes:
Enrique Peñalosa, fue elegido con el 33,18%, en una elección donde participó 51,54% de los habilitados para votar.
Gustavo Petro, fue elegido con el 32,2%, en una elección donde participó el 47,4% de los habilitados.
La rivalidad entre sus grupos políticos ha sido histórica, y la pregunta del millón será ¿Una segunda vuelta permitirá mayorías que realmente permitan un gobierno estable y fuerte en Bogotá?
En principio, obligar a los futuros alcaldes a ganar en segunda vuelta, cuando no tengan la votación necesaria, los obliga a realizar coaliciones, ceder espacios en sus planes a sus antiguos rivales de primera vuelta, y con ello, gobernar de forma más amplia la ciudad.
La regla se pone en tela de juicio, cuando en casos como los del presidente Duque, una coalición para llevarlo a la victoria, no llevó a una coalición para gobernar, lo que provocó falta de mayorías sólidas en el legislativo, con los resultados ya vistos.
Mientras el actual alcalde Enrique Peñalosa, ha logrado unir a las bancadas del Concejo para aprobar varias de sus iniciativas, la oposición en las calles, sectores sociales y otros grupos políticos, han paralizado varias de sus más ambiciosas apuestas. Mientras Gustavo Petro, se vio enfrascado en varias disputas con el Concejo, y tuvo que enfrentar una fuerte impopularidad en las calles (a pesar de ser una de las administraciones con mayor movilización social a su favor) lo que también conllevó a varias demandas contra sus decisiones (todo lo anterior sin contar su destitución y regreso al Palacio de Liévano vía Tutela).
Al final, una segunda vuelta si podría plantear un nuevo reto a los actores en juego en Bogotá, cuya división ha llevado a estas fuertes luchas políticas, pero por sí solo, este cambio no garantizaría menos polarización, alcaldes menos impopulares, y mayor gobernabilidad.