El primer año del presidente Iván Duque deja un sabor agridulce, por supuesto, es claro que el gobierno intenta mostrar sus mejores cifras, y dar sus mejores entrevistas y ruedas de prensa para mostrar un trabajo sólido, pero fuera de este ejercicio de comunicación las encuestas y la opinión no han sido piadosas con el mandatario.
El 68% de los colombianos según Invamer creen que el país va por mal camino, y aunque el presidente estuvo a finales de 2018 con una imagen del 27,2%, sigue con una popularidad baja, de tan solo un 37%.
Economía
Los temas económicos han sido quizá el mayor lunar de la actual administración, las explicaciones del ministro Alberto Carrasquilla no satisfacen a la opinión, e incluso a sus colegas, desde donde se encuentran columnas de opinión que critican lo que parece un evidente estancamiento económico.
El presidente le apostaba a un crecimiento del 4%, el gobierno para el 2019 estimó un crecimiento del 3,6%, pero incluso el Banco de la República desestima tan optimistas proyecciones, todo parece indicar que estaremos entre un 2 y 3%.
El dólar se encuentra en su punto más alto, con un record histórico frente al peso colombiano, y el déficit sigue siendo uno de los tres más altos de la OCDE.
El desempleo es la mayor preocupación de los colombianos según Invamer, y no ha logrado salir en su promedio de los dos dígitos, un hecho que al principio se creyó resultado de los siempre difíciles inicios de año, pero que hoy tiene al Ministerio de Hacienda, afirmando que no sabe las causas y por lo tanto no sabe cómo enfrentarlo.
Implementación del Acuerdo de paz
Organismos internacionales han resaltado que el gobierno del presidente Duque, está haciendo esfuerzos para hacer la implementación, por supuesto, todo dentro del marco de críticas de la oposición, que acusa al gobierno de desfinanciación sobre este tema, pero al menos reconociendo su disposición a no frenar la reincorporación.
Pero dos lunares han generado fuerte agitación política y social, el primero, las objeciones a la Ley Estatutaria de la JEP, que el presidente al final aceptó debía sancionar pues no prosperaron en el congreso, y se llevaron buena parte de las energías y tiempo de su equipo en el legislativo, y la segunda, el no lograr frenar el asesinato de líderes sociales, ahora incluidos varios excombatientes.
Es evidente, que no se podía esperar que el presidente no intentara e intente más adelante reformas al marco legal del acuerdo de paz, que tanto prometió en campaña, así varios sectores lo acusen de estar capturado en este tema a su partido el Centro Democrático, pero también se resalta su moderación frente a lo que pudo ser una posición recalcitrante contra cualquier idea de implementación de un acuerdo de paz que él mismo no apoyó cuando era congresista.
Seguridad
Aunque el trágico atentado contra la Escuela General Santander, constituye un campanazo y golpe al actual gobierno, su manejo del mismo le dio un impulso frente a la opinión, y la encuesta de Invamer registró un aumento de su favorabilidad al 42,7% en febrero.
Fuera de esto, los escándalos en el ejército, incluida la muerte de Dimar Torres en manos de militares, y los escándalos que han terminado con la salida de varios generales, han sumido a esa institución en una fuerte crisis, que podría afectar una imagen favorable que ha mantenido por varios años.
Frente al Congreso
El balance en el legislativo es regular, incluso la prestigiosa revista The Economist lo califica como improductivo, y está marcado por una nueva forma de relación entre el gobierno y los congresistas, que dicen es ahora ajena a la llamada “mermelada”, aunque para otros analistas solo ha cambiado la forma como se tramita.
Lo cierto es que la Ley de Financiamiento tuvo varios cambios en su trámite, la Reforma la Justicia se hundió, y las reformas Anticorrupción sufrieron el mismo destino, incumpliendo la promesa del presidente de aprobarlas con mensaje de urgencia.
Diplomacia
El país vio como el presidente Duque tomó cartas en el asunto con Venezuela, y de la mano de Estados Unidos, y varios países de la región, armó lo que se conoce como cerco diplomático. Recibió a Guaidó, lo reconoció como el presidente interino de ese país, y mantiene una posición de no intervención militar de Colombia.
Pero dicho discurso luego de un año de mandato, no parece tener mayor efecto, Guaidó ha dicho en repetidas oportunidades que son días cruciales para su país, pero Maduro en medio de una nación en ruinas, y cuya economía se ha contraído a la mitad, parece no inmutarse, ni dirigirse a una fractura que lleve una transición democrática.
Las energías del gobierno de Colombia en el Grupo de Lima no parecen generar el efecto deseado para estabilizar ese país, mientras la cifra de venezolanos que entran por la porosa frontera colombo-venezolana, aumenta a casi un millón y medio.
Eso sí, se destaca la labor del gobierno en recibir y procurar mantener un buen trato de los migrantes venezolanos, a pesar de la apretada situación económica del país.
Fuera de este entendido, no se han reconocido logros significativos en la diplomacia colombiana con Duque, incluso con la entrega de embajadas a sus aliados de campaña, como el exprocurador Alejandro Ordóñez, y la exfiscal, Viviane Morales.
Seguramente quedan muchos temas por fuera, pero lo último a resaltar, es precisamente la falta de tema del gobierno, un tema central que haga recordar al gobierno Duque, mientras intenta todavía explicar la Economía Naranja, muchos se preguntan cuál será su norte, y le quedan 3 años para averiguarlo.