Pasadas las horas del anuncio de Iván Márquez, junto a varios miembros de las FARC, de su regreso a las armas, y con un largo discurso cargado de mensajes políticos, y amenazas hacía ciertos sectores, hoy muchos expertos se preguntan qué tan veraz es el peligro de representan.
Por un lado, queda claro que las Fuerzas Armadas seguirán combatiendo a todos los grupos alzados en armas, así lo demostraron dando de baja a 9 integrantes de las disidencias de las FARC, entre ellos “Gildardo Cucho” uno de sus líderes, así que falta por ver la capacidad operativa de este nuevo grupo.
Mensaje político
El primer mensaje evidente del video revelado esta semana es político, pues son precisamente varios los exnegociadores del Acuerdo los que aparecen ahora con camuflados y armas, pero la demostración de su despliegue y capacidad es por ahora incierto.
No se observaron los clásicos videos de las FARC, haciendo anuncios frente a grandes pelotones, tampoco se observó un gran número de armas, o de capacidad ofensiva, pero lo cierto es que entre ellos se encuentran varios de los más importantes estrategas de guerra de las FARC, como El Paisa, Aldivener y Romaña.
Las ordenes de captura en su contra, y el inicio de una nueva ofensiva, demuestra que requerirán en el país de los recursos necesarios para reintegrarse al conflicto, y para ello ya no cuentan con el grueso brazo de hombres que tenía la extinta guerrilla.
¿Cómo lo tomará el gobierno?
La forma como el gobierno interprete la amenaza que representa este grupo, será fundamental para entender si el discurso político alrededor del conflicto armado o amenaza terrorista (como lo llaman en el gobierno), será centro del debate en un momento en el que Colombia parecía pasar a otros temas para solucionar problemáticas urgentes en las regiones.
Debido al centralismo en muchas de las decisiones del Ejecutivo, el conflicto ha servido por décadas como excusa para realizar, negar o crear políticas hacía las regiones, y uno de los temores es que interpretar esta amenaza como un reinicio definitivo de lucha contraterrorista a la escala de gobierno anteriores, sirva de nuevo para este tipo de excusas.
En otras palabras, el anuncio de Márquez y su grupo, contamina más el debate político que el Militar (por ahora), y abre la puerta la volver a insistir en proyectos de Ley que buscan reformar el marco normativo del Acuerdo de paz, como lo ha indicado el propio expresidente y senador Álvaro Uribe, quien propone entre otras cosas, sacar dichas normas del marco constitucional.
La imagen de la FARC
Otra preocupación, es la imagen del Partido FARC y su seguridad, pues, aunque los disidentes claramente son minoría, la imagen colectiva podría prestarse para un imaginario de incumplimiento de todos los exguerrilleros y esto también afectaría las elecciones de octubre.
Al final, otro coletazo del conflicto ha sido la constante de un sector político estigmatizado por considerarse afín a la lucha armada de las guerrillas, y es precisamente la apertura y mantenimiento de un sistema político donde todos quepan, uno de los logros tanto de la Constitución de 1991, como del Acuerdo de paz, que intentan mostrar que ahora como civiles, líderes de ciertos sectores pueden participar en la vida democrática del país.
Tendrán los colombianos que observar muy atentos, las diferencias entre el ELN, las disidencias armadas desde antes de estos anuncios, y la nueva amenaza (al menos anunciada) de Márquez, Santrich, El Paisa, Romaña y el resto de los fundadores de este nuevo grupo.