Llegó el 21N, y el presidente Iván Duque tiene mucho para reflexionar en medio de una fecha que medirá el tono social de descontento con su Gobierno y las políticas que representa su partido el Centro Democrático.
Pero estos días han estado ambientados por una tormenta interna entre los aliados del gobierno y sus propios alfiles, quienes parecen estar más preocupados por dejar claras sus posiciones personales, que en enviar un mensaje unido ante las marchas.
La ropa sucia se lava en casa
Probablemente la revelación más fuerte, pero que no se esperaba es la conversación entre el Embajador en Washington, Francisco (Pacho) Santos, y la entrante ministra de Relaciones Exteriores, Claudia Blum, pues ambos fueron grabados en una conversación donde hablando en total informalidad, critican la gestión de sus compañeros en el gobierno.
Entre lo revelado en el audio el Embajador afirma que el saliente Canciller, y ahora nuevo Ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo “no hizo nada”, que el Departamento de Estado del gigante estadounidense, “está destruido”, y que Guillermo Botero, saliente Ministro de Defensa, no habla inglés y “no trabajaba”.
La nueva Canciller no se queda atrás, reafirmando lo dicho, criticando la estrategia de Colombia hacía Venezuela, y diciendo que Carlos Holmes estuvo más preocupado por hacer política para su campaña presidencial de 2022, algo que ya se venía rumorando entre los diplomáticos.
El presidente decidió llamar al Embajador para que dé explicaciones en Bogotá, mientras tanto Pacho ofreció disculpas, pero dijo que no iba a renunciar.
Pero si en Relaciones Exteriores la bomba de la conversación fue grande, puede afectar de un solo golpe las relaciones con los Estados Unidos, y la forma como cooperan los dos ministerios, otros miembros del gobierno no parecen preocupados por mantener a raya sus declaraciones.
La Ministra de Trabajo, Alicia Arango, dijo ante micrófonos de BluRadio que no está desacuerdo con la idea de una reforma pensional que acabe con el régimen de prima media y Colpensiones, además dejó la idea de que el presidente Duque no está de acuerdo con el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, en ese punto.
Carrasquilla salió a desmentir a la ministra, insistir en su idea, y afirmar que el presidente en ningún momento lo ha desautorizado, aunque luego la Arango dijo ante la FM que el ministro es un gran amigo al interior del gobierno, pero el evidente desacuerdo ya estaba expuesto.
Mientras todo lo anterior pasa, y Duque debe organizar su propia casa, antes de las protestas se ordenó el acuartelamiento de las Fuerzas Armadas, y se hicieron más de 40 allanamientos, previos a las marchas, entre los que se cuentan artistas, que denunciaron en redes sociales la destrucción de sus lugares de trabajo, algo que solo empeora el panorama para la jornada de hoy.
Un día D
El día comienza con bloqueos al sistema Transmilenio en Bogotá, pero se esperan grandes marchas en diferentes ciudades del país, siendo la capital el punto más neurálgico por los diferentes puntos de concentración, y la preocupación del comercio de la ciudad ante posibles hechos de destrucción.
Serán al menos 12 puntos de concentración en Bogotá, entre los reclamos que incluyen lo que consideran incumplimientos del Gobierno a los estudiantes que marcharon los primeros meses del mandato de Duque, también por la reacción social ante los bombardeos en el Caquetá que les costaron la vida a varios menores de edad.
Las centrales obreras hablan de un paquetazo, que incluye la reforma Pensional y Laboral, que por parte del gobierno no ha sido oficialmente presentada, aunque los sindicatos se encuentran en desacuerdo con casi todas las declaraciones alrededor de su posible contenido. La implementación de los acuerdos de paz, los temas ambientales, y muchos más, se suman a la lista de fuerzas que se están sumando a la marcha.
Es por lo anterior que las marchas significan un fuerte mensaje contra un gobierno que parece debilitado por las propias batallas internas que vive, los reclamos de algunos miembros de su partido, incluido el expresidente Uribe, y la ola de organizaciones sociales que se sienten atropelladas en sus reclamos y anteriores marchas. ¿Logrará el presidente con su estrategia de comunicaciones mostrar conexión con los ciudadanos?