Un grupo de parlamentarios disidentes, una Asamblea sitiada, y un régimen que se queda cada vez más solo a nivel internacional, marcaron el fin de semana en Venezuela.
Como lo contamos en Ola Política, ya se veían aires de un plan para detener la reelección de Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional, y por lo tanto, como Presidente interino del país, en contraposición al régimen de Nicolás Maduro.
El 5 de enero, un grupo de parlamentarios se tomó la Asamblea, y creó una figura alterna a la de Guaidó, nombrando como presidente del legislativo a Luis Parra, un expulsado del partido Primero Justicia, manchado por el escándalo de corrupción que intentaba proteger al empresario colombiano Álex Saab y a su socio Carlos Lizcano, por irregularidades en el programa de subsidios de alimentos que provee el régimen.
Lo anterior, debilitó la imagen del Guaidó en su momento al tratarse de parlamentarios opositores, y demostró los problemas de unidad de esa facción, un hecho que terminó en una investidura en las instalaciones del periódico El Nacional, reeligiendo a Guaidó con 100 de los 167 miembros de la Asamblea.
Ahora, Maduro reconoce como presidente del legislativo a Parra, además de tener una Asamblea Constituyente, todopoderosa bajo su control, y una decisión judicial que bloquea también a la Asamblea Nacional.
Parra ha dicho a los medios que Guaidó no llegó al momento de la votación de una nueva mesa directiva, y que, por lo tanto, su nominación está ceñida a la Ley, aunque no cuenta con la lista de legisladores asistentes, ni verificación de quórum, y omitiendo que tanto a Guaidó como sus parlamentarios aliados, se les impidió ingresar al recinto.
México y la Argentina rechazaron el acto
Interpretado como un golpe al legislativo, y rechazado por las naciones que buscan una transición en el país sudamericano, dos tradicionales conciliadores con el régimen venezolano han sido tanto AMLO en México, como el Kichnerismo en la Argentina, pero ambos sorprendieron con su rechazo a la maniobra de Maduro este domingo.
A esto debe sumarse el nuevo gobierno en Bolivia, que prefiere unirse a la estrategia de rechazo al régimen, lo que deja aún más sólo a Maduro en la región.
Otros han interpretado esto, como una forma de agrietar a los partidos opositores, mientras existe la idea de que se trata de una forma de Maduro buscar aislar más a Guaidó en lo nacional, así reciba más apoyo a nivel internacional.
Por ahora, Venezuela queda en la encrucijada de mantener a una Asamblea opositora al régimen, que sobrevive a pesar de todos los intentos por disolverla, o transformarla, mientras Guaidó intentará hoy volver a sesionar desde los recintos del Legislativo, el país sigue sumido en una fuerte crisis que ha llevado a millones de sus ciudadanos a abandonarlo.