¿Qué se busca con la recompensa que ofrece Estados Unidos contra Maduro y sus aliados?

Análisis Por

La acusación del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, contra Nicolás Maduro Moros, acusado de coordinar entrega de armas a las FARC, y, sobre todo, el tráfico de varias toneladas de cocaína a ese país, a través Venezuela, e incluye por corrupción y lavado de activos al chavista presidente del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, Maikel Moreno, y por narcotráfico al Ministro de Defensa, Vladimir Padrino, entre otros líderes políticos del régimen, ha dejado muchas preguntas.

Sin duda, es un fuerte golpe a nivel internacional para el régimen venezolano, no sólo por ofrecer US15 millones por la cabeza de Maduro, y US$10 millones por la de Diosdado Cabello, actual presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, por Tareck El Aissami, vicepresidente de Maduro, y los exgenerales Hugo Carvajal, y Cliver Alcalá.

Además, se menciona a varios líderes de ese país y a los disidentes de las FARC, Seuxis Pacius Hernández, alias Jesús Santrich, y Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez.

Pero, a pesar de ser un proceso con pruebas en contra de estos acusados, y del rechazo manifiesto de Donald Trump desde su llegada a la Casa Blanca, contra el régimen de Maduro, son diversas las preguntas que quedan sobre estos anuncios, y si tendrán efecto o no en equilibrio de poder que se vive en ese país.

¿Por qué ahora?

Estados Unidos ha impuesto múltiples sanciones a Venezuela, a varios de sus líderes políticos, incluidos varios de los mencionados, como al vicepresidente económico de Maduro, El Aissami, a quien acusaba desde antes por narcotráfico, e incluso ya había presentado una acusación en su contra por violar las restricciones de esa sanción.

Trump también se había adelantado en un inicio apoyando la famosa estrategia de cerco diplomático, reconociendo al presidente de la Asamblea, Juan Guaidó como presidente interino, y declarando igual que el presidente colombiano Iván Duque, que sus días en el poder estaban contado.

Pero todo pareció ralentizarse, incluso el asesor estrella de este anuncio John Bolton, fue despedido de la Casa Blanca, hubo planes para impedir la reelección de Guaidó como presidente de la Asamblea, y la estrategia llevaba meses sin mayores resultados.

Ahora, con la crisis del COVID-19, y una elección presidencial en la incertidumbre en Estados Unidos, podrían existir tres posibles explicaciones a los anuncios del Departamento de Justicia colocando recompensas:

 

  1. Debido a la crisis por COVID-19, Venezuela, al igual que Irán, buscan a través de organismo multilaterales que se suspendan o retiren las sanciones económicas en su contra, algo que solo empeora con los actuales precios del petróleo.

La decisión de fijar un cartel con un precio de recompensa por Maduro, y dar detalles de las diversas acusaciones que lo vinculan como el líder del llamado Cartel de los Soles (información que en parte ya se conocía contra varios de sus aliados políticos), buscan dar una deslegitimación internacional mayor a Venezuela, y evitar toda medida que busque aliviar un desbloqueo, eso incluiría el pedido de un préstamo al FMI por parte del régimen.

 

  1. Otra explicación, es que no se tenían todas las pruebas necesarias contra Maduro en especial, pero también contra varios de los mencionados, y esto es importante para vencerlos ante un jurado en los Estados Unidos.

Dicha teoría contrasta con la gran cantidad de información que anteriormente vinculaba a Diosdado Cabello con el Cartel de los Soles, las acusaciones de narcotráfico contra Tareck El Aissami, y la idea de que Estados Unidos si lograría en un futuro una captura de Maduro. ¿En verdad esperan capturarlo? Y si la intención es cierta ¿Cómo lo lograrían?

 

  1. Finalmente está la explicación bélica, en 1988 el General Noriega de Panamá, fue acusado igualmente de narcotráfico, y Estados Unidos, invadió en 1989 ese país.

La respuesta a si se está gestando la misma línea de argumentos para llegar a ese punto, parece hoy imposible, no sólo porque Trump está en plena campaña a la reelección, y una invasión a Venezuela podría tener unos costos muy elevados en vidas y recursos, es sobre todo por la crisis provocada por la pandemia, que ya tiene a ese país con un mayor número de infectados que China, y aunque actualmente ha elevado la popularidad de Trump, una crisis sanitaria masiva podría rebotarle en la cara en las elecciones generales.

Sin importar la motivación, la circunstancia de desprestigio internacional para Maduro y sus aliados en el país aumenta, pero podría solo cohesionarlos para enfrentar de nuevo a lo que consideran una estrategia para retirarlos del poder (al que se aferran alegando estar facultados constitucionalmente). Mientras tanto, el sistema de salud venezolano destaca por su falta de implementos médicos, y por la falta de datos gubernamentales fiables.

Diversos periodistas han manifestado su desconfianza con las cifras oficiales de Venezuela frente al COVID-19, Guaidó aseguró que solo se cuentan con 84 respiradores en ese país, pero tampoco se ha anunciado el envío de más respiradores u otros implementos necesarios para afrontar el virus. Los brotes de enfermedades que en países vecinos ya se han combatido con éxito, genera gran desconfianza en Brasil y Colombia en especial, sobre la capacidad de Venezuela de afrontar el COVID-19 con éxito, o pedir ayuda con cifras ciertas sobre los contagios y muertes.

Finalmente, las relaciones entre Bogotá y Caracas, mediadas a través de la ONU, abrieron paso a la solicitud del expresidente colombiano Andrés Pastrana (fuerte crítico internacional del chavismo), para que Duque y Maduro vuelvan a tener algún tipo de comunicación directa para afrontar la pandemia, pero el anuncio del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, solo ha provocado una respuesta severa del Ministro de Comunicaciones de ese país, Jorge Rodríguez, acusando a Colombia de estar envuelta en un complot para derrocar a Maduro, lo que aleja de nuevo toda posibilidad de coordinación directa.

La salud de millones de venezolanos queda a merced del régimen, y su incapacidad de abastecer al país bienes básicos, estabilizar la economía, e impedir las grandes migraciones de personas desesperadas, en especial a Colombia, parecen una mezcla explosiva con un virus que no distingue nacionalidad, ni ideología.