El gobierno de Lenín Moreno, en Ecuador, tuvo que ceder ante los indígenas, y ante 12 días de un intenso paro y enfrentamientos en las calles de ese país, la lección al final es que se necesita escuchar a las poblaciones afectadas por una reforma tan severa, pero al mismo tiempo, pareció agudizar las divisiones políticas en esa nación.
Moreno tuvo que declarar estado de excepción, toque de queda en Quito, y militarización de la capital, además de los desmanes que se vivieron en otras partes del país, la situación fue aprovechada por sus opositores, entre ellos el expresidente que lo llevó a la victoria, el propio Rafael Correa.
Correa, hoy vive en Bruselas, pues no confía en la justicia de su país que lo llama a rendir cuentas, y considera que el nuevo gobierno no sólo abandonó su proyecto político, además, lo persigue.
Este enfrentamiento, llevó a que varios líderes correístas solicitaran asilo en la Embajada de México, y también a una desestabilización no vista, desde la caída de presidentes como Lucio Gutiérrez, o el intento de golpe de Estado orquestado por algunas fuerzas de seguridad al entonces presidente Correa.
El balance
Ocho muertos, y 1.340 personas heridas, registra como balance la Defensoría del Pueblo del ese país, además, hubo saqueos masivos sobre todo en las dos principales ciudades (Quito y Guayaquil), con marchantes que solicitaban una cosa: la derogación del Decreto No. 883 que, entre otras medidas, afectaba el subsidio a los combustibles, lo que provocaba una subida drástica en sus precios.
Aunque la negociación entre el gobierno y los indígenas fue transmitida, y tuvo la intervención del delegado de Naciones Unidas, Arnaud Peral y la Conferencia Episcopal, luego de levantarse las medidas, expedirse el Decreto 894 que derogaba el anterior, un mal sabor de boca queda en ese país.
Las lecciones
Moreno no dejó espacio para disminuir la tensión con sus actuales contradictores políticos, al terminar la jornada afirmó: “¡Se recobra la paz y se detiene el golpe correísta y la impunidad!”, y es que el exmandatario, solicitó elecciones anticipadas, y dijo que en caso de ser candidato sabía que ganaría.
El actual presidente, culpó no sólo a Correa, también a Nicolás Maduro, y dijo que buscaría medios para continuar con dichas reformas, varias de ellas pactadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el mismo que tanto denostó Correa durante sus mandatos.
La lección más importante, es que drásticos cambios económicos que afectan la vida cotidiana de los ciudadanos, por más viabilidad técnica que parezcan tener, deben tener diálogo, una comunicación abierta, y en ocasiones, concertación con los mismos ciudadanos.
También es una lección sobre la polarización, los riesgos de abrir el campo para intentar resolver en las calles, las diferencias políticas y de visión del estado entre dos o varias fuerzas políticas, un enfrentamiento que parece no se detendrá hasta las siguientes elecciones, pues de amigo y compañero, ahora Moreno trata al expresidente de “Un opositor más”, mientras Correa dice que Moreno “rompió la democracia.”
Una tensa calma vive hoy el país, que regresa a una aparente normalidad, con el reinicio de clases en los Colegios, y limpieza de los propios ciudadanos de las calles destruidas por jornadas caracterizadas por acciones criminales, mientras la clase política se sigue señalando entre ellos, con mensajes de conspiración, intentos de golpe de Estado, e incluso traición.