Más de 100 personas de la comunidad LGTBI son asesinadas cada año en Colombia, se estima que cerca de la mitad son por motivos producto de su orientación sexual o identidad de género, mientras en Latinoamérica es asesinado o se suicida uno cada 19 horas, por el mismo motivo.
La discriminación es un fenómeno serio por enfrentar, que afecta profundamente a las sociedades, las divide, genera todo tipo de resentimientos sociales, y promueve la violencia. Adicionalmente, como lo demostró el Banco Mundial en 2014 y otros estudios posteriores, la exclusión de personas LGTBI, genera costos para la economía que llega a afectar un porcentaje de su PIB, y van desde apartar a estas personas de bienes y servicios que están a disposición de todos, hasta de un empleo o acceso a la salud en igualdad.
Los hechos ocurridos esta semana en el Centro Comercial Andino al norte de Bogotá, son el reflejo de una parte de esa realidad, cuando dos hombres jóvenes (Esteban Miranda y Nicolás Téllez) que se expresaban cariño en los pasillos al lado de la zona de juego de los niños, fueron atacados por un hombre (Pedro José Costa), quien como se observa en los videos, no solo los increpa con sus palabras, también les lanza patadas y empujones.
Pero, además al llegar la Policía al lugar de los hechos, los oficiales deciden tomar el testimonio de Pedro Costa y colocar un comparendo a los dos jóvenes por supuestos actos obscenos, algo que ahora es materia de investigación pues el video demuestra lo contrario.
Este caso ha hecho estallar en las redes sociales un fuerte debate sobre la expresión de la orientación sexual de las personas en espacios públicos, sobre qué actos “deberían” ser socialmente aceptados y cuáles no, pero sobre todo, sobre este imaginario colectivo que acepta, por ejemplo, expresiones de cariño de parejas heterosexuales en espacios donde incluso pueden estar niños, y las de parejas homosexuales, que, como en este caso, son abiertamente discriminadas.
¿Y la Policía?
Es quizás la posición de la autoridad que vela por el cumplimiento de las normas, la que más preocupa, pues con las cifras descritas al inicio, es evidente que nos enfrentamos todavía a sociedades donde existen personas con prejuicios, información deficiente, u odio, hacia aquellos que poseen una orientación sexual distinta, pero preocupa que la autoridad que vigila que esto no ocurra, no solo se preste para este hecho, además sancione a las víctimas de la discriminación.
Los dos jóvenes presentarán las denuncias respectivas por lesiones personales y discriminación, también en segunda instancia y con los videos publicados por el Centro Comercial, se revisará la eliminación o no de la sanción proferida por los agentes de Policía presentes (a quienes se investigará por su comportamiento en los hechos).
Entre el rechazo social y el odio
Finalmente, la sanción social es quizás la más importante de todas, pero también la que generalmente menos proporciones guarda, y ese es el caso del rechazo generado contra el hombre que protagonizo este acto discriminatorio, y que ha buscado defenderse de todos los medios, incluso diciendo que se eliminaron dos minutos de los videos de la cámara de seguridad del lugar para incriminarlo, algo que ha sido rechazado.
Cabe señalar que parece positivo que las personas llamen profundamente la atención sobre el comportamiento discriminatorio, que a veces incluye violencia, y que se rechace esto con actos simbólicos, como la besatón de #Furiamarica promovida hoy a las 6pm en ese Centro Comercial.
Pero, también se debe rechazar que se persiga o termine atacando (en un ojo por ojo), con palabras ofensivas y hasta amenazas por redes, a estas mismas personas de comportamientos discriminatorios, pues, por un lado, eso en nada cambia los imaginarios detrás de la discriminación, y por otro, justifica el uso de medios ofensivos y a veces violentos contra otros, generando un círculo innecesario de odios.
El odio por el que es diferente, e incluso por el que rechaza la diferencia, y el miedo entre ellos, es un generador de violencia verbal y física, y es eso lo que debe derrumbar una sociedad que busca un espacio donde los niños no tengan que ir a un Centro Comercial a ver gritos, golpes y el reflejo de una sociedad donde no podamos entendernos por esas mismas diferencias.