¿Qué está pasando en el Cauca? Eso se preguntan en todo el país, después de las dos masacres presenciadas en el departamento en una semana. La situación ha llevado una vez más a las autoridades a volver a la zona para evaluar medidas de seguridad, e identificar a los responsables.
Cuatro eran ingenieros
Este jueves fueron encontrados cinco cuerpos, cuatro de ellos en una vía destapada cerca de Santa Helena, zona rural de Corinto, y otro en el caso urbano de Caloto, en una alcantarilla, con signos de tortura.
Lo que se sabe de las víctimas, es que cuatro de ellas eran ingenieros, que realizaban labores en la zona, y además de su asesinato, sus equipos fueron hurtados.
Los indígenas de Tacueyó
El pasado 29 de octubre, ocurrió otra masacre, entre las víctimas está Cristina Batusta, una autoridad indígena del resguardo, en hechos que les costaron la vida a cuatro indígenas más, Eliodoro Inscué, Jose Gerardo Soto, James Wilfredo Soto, y Asdrubal Cayapu.
Los que se sabe, es que los victimarios serían disidencias del frente 6 de las Farc, la hoy columna Dagoberto Ramos, pero no sin previo aviso, pues este mismo grupo ya había intentado asesinar al comunero Crescencio Peteche Mecha, en hechos en los que se ha identificado a la misma camioneta que atentó contra Batusta y los demás indígenas.
El gobierno del presidente Iván Duque anunció el traslado de 2.500 efectivos a la zona, pero eso no pudo evitar la masacre ocurrida días después al norte del departamento, de hecho, habitantes temen que la llegada de las Fuerzas Armadas los termine dejando en medio de nuevos enfrentamientos, tal y como ocurría cuando las FARC tenían control de la zona antes del acuerdo de paz.
¿El gobierno perdió el control en el Cauca?
Una denuncia recurrente en la región del Cauca es el fortalecimiento de las disidencias de las Farc que influirían en ese departamento, llegando hasta su vecino Valle del Cauca, todo por el cruce obligado de las líneas de narcotráfico en la región para llegar al pacífico, y donde se cree podría existir también el financiamiento del Cartel de Sinaloa.
Además de las disidencias, la zona tiene presencia de otros grupos armados, como el EPL, que también intenta tener control del cruce, cuyo punto álgido llega hasta la desembocadura del río Naya al Pacífico.
Entonces, ¿Cómo combatir dicha amenaza?
Es destacable que los últimos gobiernos han intentado igualmente desplegar fuerza pública en la región, atendiendo la idea de asegurar la zona, aunque sólo sea por un periodo de tiempo.
Pero aún con firma del acuerdo, la presencia de bandas del narcotráfico, en especial la producción de coca y marihuana en el Cauca, han hecho de la región una bomba de tiempo que han advertido en varias oportunidades miembros de la Defensoría del Pueblo del departamento, autoridades indígenas, como la asesinada Cristina Batusta, y pobladores en general.
Si la fuente que motiva las líneas para exportar la droga no se mitiga, la lucha por los cruces al pacífico solo se intensificará, y los pobladores quedarán en medio de los enfrentamientos.
Al aumento registrado de los cultivos de coca por el monitoreo de las Naciones Unidas, ahora se suma el crecimiento en la zona de los cultivos de marihuana, que en el país pueden llegar según cifras oficiales a 1.000 toneladas al año, a esto se suma las precarias condiciones de habitantes de la zona, que reclaman al gobierno una mejora en la prestación de los servicios públicos (o que al menos exista prestación, pues en muchas zonas apartadas del Cauca no existen ni redes, ni empresas prestadoras adecuadas), y garantía de mayores oportunidades laborales y de formación.
Si el gobierno insiste en solucionar crisis de seguridad, con presencia militar, seguirá en un giro interminable de muertes, presencia de la fuerza pública, aparente calma, y de nuevo muertes, como ha ocurrido en las últimas décadas en el departamento, por eso, llevar el Estado implica mejorar la calidad de vida y oportunidades de sus pobladores, desincentivando los mercados ilegales que tienen bajo fuego a los caucanos.