La Semana Santa en Colombia, es un importante momento para la vida religiosa del país, pero también, es tomada como una semana para viajar, descansar y asistir a diferentes actividades recreativas. Ahora, todo se encuentra detenido por la pandemia del COVID-19, pero, la desobediencia a las medidas podría empeorar lo que está por venir.
Mientras en Estados Unidos esperan lo que sería una semana record de muertes a causa del virus, y en Europa se habla del inicio de una posible caída en la cifra de contagios y muertos, en Colombia continúa la lucha para lo que varios expertos han explicado como “aplanar la curva”, es decir, detener con las medidas de aislamiento un número de contagios que desborde el sistema de salud.
¿Por qué las semanas que vienen son tan importantes?
Desde el inicio de las medidas de aislamiento general (25 de marzo), se cumplirán los primeros 14 días, y según la Universidad Johns Hopkins, donde reside la Escuela Bloomberg de Salud Pública, se estimó que los síntomas se desarrollaban en 11,5 días, lo que nos lleva a cuarentenas de al menos 14 días. Luego, recomendó que fueran de al menos 17 a 21 días en adultos, con cifras de la Universidad Normal de Hainan, China.
En otras palabras, muchas personas que alcanzaron a tener contacto por otras contagiadas antes del aislamiento social decretado por el gobierno, y han estado estos días en sus casas, van a comenzar a presentar síntomas desde esta semana, mientras otras personas seguirán siendo asintomáticas.
Por esto, la Semana Santa y la siguiente, serán fundamentales para evitar la propagación del virus, y realmente tener resultados más certeros que busquen aplanar la curva de contagios. No viajar en esta semana de días festivos, es sumamente importante para no empeorar la situación.
Tensión por lo que pasará luego del 13 de abril
Con el anuncio del presidente Iván Duque de una “cuarentena inteligente”, quedaron muchas preguntas sobre lo que sería la ampliación de la actual cuarentena, pero de forma más flexible, y si esto se traduce en una victoria temprana sobre el COVID-19, pero podría no ser ni lo uno, ni lo otro.
Las medidas de cuidado deben seguir siendo estrictas, y es precisamente esto lo que podría llevar a un choque entre mandatarios locales y el gobierno nacional, al intentar no detener al país por el COVID-19, a pesar de que esto pueda costar vidas.
Mientras la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa Etienne, habla de dos o tres meses de aislamiento, en lo que concuerda la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, el presidente Iván Duque el pasado fin de semana, descartó medidas de cuarentena prolongadas.
Esta misma semana el presidente haría el anuncio de lo que sigue después del 13 de abril, y si esto representa la continuación o no del aislamiento actual, o uno más flexible para intentar mantener a flote a varios sectores de la producción nacional.
La amenaza es latente, los millones de colombianos que viven de la informalidad se ven seriamente afectados, mientras al mismo tiempo la economía sigue viviendo los efectos negativos del virus, con los agravantes del precio del petróleo en un mal momento y la devaluación del peso colombiano, realidades que se enfrentan a la lucha por la vida de millones de personas que evitan un contagio que podría costarles más que el bolsillo.
Mientras todo esto se decide, el Congreso de la República hará su instalación de forma presencial desde el 13 de abril, luego de la presión que llevó a su presidente, el liberal, Lidio García, a realizar la citación, y bajo la crítica de expertos y ciudadanos, aunque la inmovilidad del Legislativo desde el inicio de la crisis también ha sido fuertemente criticada.
Por eso, la manera como reaccione el Estado colombiano, y la obediencia ciudadana a las medidas, serán fundamentales al final del túnel de la pandemia, que todavía parece lejos de vislumbrar.