El gobierno del presidente Iván Duque logró llegar a un acuerdo con los indígenas de la Minga, un bloqueo que terminó por aislar parcialmente al suroccidente del país generando graves consecuencias económicas, indignó a medio país con el bloqueo y a otro medio país con la negativa del gobierno de que el presidente fuera personalmente a negociar.
¿Qué cambió?
Aunque el gobierno prometió que no negociaría sino sólo una vez se levantara el bloqueo, al final negoció para levantar ese mismo bloqueo y de paso levantar la Minga, dando oxígeno a esa región del país.
Pero el paro en sí mismo, demostró una vez más que este gobierno está en etapa de aprendizaje sobre cómo tratar las explosiones sociales del país, en un panorama donde por un lado su partido el Centro Democrático (CD), solicitó la “mano dura” contra los indígenas, y por otro lado, la situación social se iba volviendo insostenible en la región.
Todo parece un experimento del gobierno a la hora de manejar los paros, primero, se intentó hacer un llamado a la autoridad, frustrado entre otras porque las consecuencias con los indígenas que no solo se componen de hombres adultos, sino también de madres y niños bloqueando, sería devastadora, segundo, se intentó relacionar a la Minga con la infiltración de grupos armados, hasta se creyó que el presidente Maduro de Venezuela, estaba infiltrando esta protesta para desequilibrar a su vecino colombiano, algo que por supuesto, no solucionó nada, porque aunque muchos colombianos creyeron estas versiones, eso no destrabaría una Minga que no solo tenía un carácter popular, era sobre todo dirigida por una minoría étnica que no permite deslegitimar su protesta desde adentro solo por la falta de apoyo en la opinión pública desde Bogotá.
Tercero, cuando la presión de posibles intervenciones por parte de la fuerza pública como insinuó el Ministro de Defensa, y el llamado a desbloquear para negociar no funcionaron, el gobierno finalmente con su Ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, prometió unos recursos ya destinados, a través del Plan Nacional de Desarrollo, para con eso levantar el bloqueo, negociación que terminó con cesiones de los indígenas que aceptaron el trato aun cuando era menos de la mitad de los recursos exigidos. La negociación se impuso.
Claro está que lo indígenas también jugaron al desgaste, y para grupos sociales en paros o bloqueos de este tipo, los recursos y el desgaste propio de dejar sus tierras y actividades para este tipo de movilizaciones es inmensa, lo que se podría anotar, es lo único a favor del gobierno hoy, con un costo elevadísimo para economía de departamentos como Nariño, Cauca, o Putumayo, entre otros.
¿No se aprendió nada del anterior gobierno?
El gobierno del presidente Juan Manuel Santos, fue particularmente marcado por grandes movilizaciones sociales, como el paro Agrario, su propio paro de Universidades Públicas, de maestros, camioneros, etc. Desde un “este tal paro nacional agrario no existe”, hasta largas mesas de diálogo, hicieron que ese gobierno tuviera que aprender a prevenir este tipo de levantamientos, algo en lo que ya tenía experticia el gobierno Uribe que prevenía los levantamientos sociales, y no esperaba a los bloqueos.
Entonces queda la pregunta en el aire, si el país seguirá esperando a que los ministerios aprendan a prever y dialogar con los diferentes sectores sociales del país, o si seguirán esperando a los bloqueos y señalamientos para sentarse a negociar, cuando es gracias al diálogo, que se puede evitar afectar a las comunidades.
Es muy ingenuo esperar a que sectores históricamente olvidados, cuyos antiguos acuerdos con los gobiernos anteriores no fueron cumplidos, o que siguen viviendo en esa Colombia olvidada, no se movilicen para generar una presión que de otra forma se queda muchas veces en derechos de petición con lánguidas respuesta del Estado, todo gobierno aprende tarde o temprano, que debe aprender a sentarse en la mesa como iguales, y dar sus propias soluciones a una sociedad fragmentada y en extremo desigual.