Hoy empiezan los alegatos de las partes en el tercer impeachment de la historia de los Estados Unidos a un presidente, el primero que se da a uno que busca su reelección, y con las probabilidades a favor de Trump.
El proceso que no tiene un tiempo establecido llega al Senado de ese país, luego de su aprobación en la Cámara baja, y con la gran expectativa de que tan fuerte o debilitado puede salir el presidente.
En los dos procesos anteriores ambos mandatarios salieron victoriosos, el primero contra Andrew Johnson en 1868, y el segundo, contra Bill Clinton en 1999, ambos fueron relativamente cortos, y ninguno prosperó en el Senado, hasta ahora solo este tipo de procesos ha terminado en destitución en caso de jueces federales.
Los abogados de Trump esperan lograr pronto que el Senado absuelva a presidente, tal y como lo ha pedido la Casa Blanca el pasado 20 de enero, y con el argumento de que los hechos no constituyen un crimen, y por lo tanto no ameritan un juicio político en su contra.
A Trump se le acusa de abuso de poder por presionar al presidente de Ucrania a iniciar investigaciones contra su más fuerte rival a la presidencia el exvicepresidente Joe Biden y su hijo (Hunter Biden), lo que se ha considerado una forma de obstruir las elecciones de ese país para beneficio personal.
Grabaciones de la conversación telefónica entre Trump y el mandatario ucraniano, y el testimonio de Gordon Sondland, embajador ante la Unión Europea, serían piezas claves para demostrar que Trump, no solo intentó directamente intercambiar ayuda militar a Kiev a cambio de una investigación a los Biden, también le dio instrucciones al embajador para lograrlo vía diplomática.
Lo anterior sumado a la decisión final de congelar ayudas militares a Ucrania, por parte de la Casa Blanca, con un posterior informe de la Oficina de Control del Gobierno, que la considera eminentemente política y también será usada en contra del presidente en su juicio.
A lo anterior de suma el papel que jugó Rudy Giuliani, abogado personal de Trump, que pasó de ser uno de los más reconocidos exalcaldes de New York, a ser acusado de negocios con empresarios y funcionarios ucranianos para conseguir información de rivales del presidente, además de buscar enlodar a la embajadora estadounidense en Ucrania, Marie Yovanovitch.
La votación
Los Demócratas se sienten seguros de las pruebas, y de que la trama ucraniana es suficiente para un juicio político contra el presidente, para esto la Cámara baja debe nombrar una Managers, que sirven como fiscales en el Senado, y presentan las pruebas, entre ellos se cuentan Jerry Nadler, y Adam Shiff, dos congresistas que han hecho fuerte oposición al presidente.
Pero al ser un juicio político, el presidente tiene el campo a su favor, no sólo porque la votación en el senado (que debe ser dos tercios de los 100 senadores, es decir, unos 67 votos para ponerlo en problemas) parece hoy imposible de lograr, pues esa Cámara es de mayoría republicana, sino además, porque el juicio mismo se ha tornado sumamente partidista, es decir, cada bando de congresistas se ha atrincherado en su partido, y la votación en bloque en el Senado de los republicanos, parece tan clara como la ocurrida con los Demócratas en la Cámara baja en 2019.
Además, con el argumento inicial de que el artículo de la Constitución que fija los delitos por los cuales puede ser destituido un presidente, incluye “traición, sobornos y otros crímenes graves o delitos”, no se refiere como tal al abuso de poder, y no se daría más espacio al juicio, lo que podría resultar en su cierre inmediato, y no se escucharían más testigos, ni se presentarían más pruebas (reconocidos abogados en ese país consideran que “otros crímenes graves o delitos” pueden incluir el abuso de poder).
Las elecciones
Algunos importantes candidatos demócratas que buscan competir contra Trump a la presidencia son precisamente senadores, como Bernie Sanders, Elizabeth Warren y Amy Klobuchar, lo que divide aún más la decisión en esa Cámara, con llamados como los de Eric Trump (hijo del presidente) a declararse impedidos para la votación.
El resultado, aunque aparentemente previsible en el Senado a favor de Trump, podría por un lado, convertirlo en una víctima de lo que ha llamado una persecución en su contra, y fortalecerlo frente a los Demócratas en las elecciones del 3 de noviembre, pero, por otro lado, en caso de alargarse y dar tiempo para mostrar pruebas y testimonios, terminaría afectando la imagen del presidente, mostrándolo como un culpable salvado por sus aliados políticos, y dando espacio a una posible derrota electoral.
La división se ha hecho notar en las calles de los Estados Unidos, donde las reacciones han sido mixtas, incluso la encuesta revelada por el medio republicano y casi siempre aliado de las decisiones de Trump, Fox News, reflejan que en el 53% de los estadounidenses creen que si hubo abuso de poder, y el 50% está a favor del juicio político en su contra, lo que no cambia la base de favorabilidad que ha mantenido el presidente en estos tres años de mandato.