El presidente del Banco de la República de Colombia, Juan José Echavarría, dijo hace dos meses que aquello que lo trasnochaba, era el efecto de la polarización en la economía del país, declaraciones que le valieron el ataque del ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, y del propio presidente Iván Duque.
Pero si existe un ejemplo claro de lo que pasa cuando un país se polariza de forma exacerbada, es la Argentina, el país suramericano vivió sus primarias (PASO), rumbo a las elecciones presidenciales del 27 de octubre (misma fecha de las elecciones regionales en Colombia), y los resultados fueron una terrible caída de los mercados que llegó a varias economías de la región.
La bolsa de Buenos Aires cayó un 37%, la calificación de riesgo de ese país también aumentó, el Banco Central aumentó la tasa de referencia 10 puntos, y hoy todos le piden explicaciones al candidato del kichnerismo Alberto Fernández.
De un lado, está el presidente Mauricio Macri, y su Juntos por el Cambio (más tendiente a la defensa del libre mercado), y del otro, el kichnerismo, con Alberto Fernández como candidato presidencial, y la expresidenta Cristina Fernández de Kichner como candidata vicepresidencial (más tendiente a la intervención del Estado en la economía).
El choque entre las dos visiones de país ha sido intenso, mientras el kichnerismo no deja de recordar la delicada situación en la que recibió el país cuando el difunto esposo de Cristina Fernández, Néstor Kichner llegó al poder, el actual presidente Mauricio Macri, también ha recriminado la crisis provocada según su sector por las medidas económicas desarrolladas durante el gobierno de Cristina que sucedió al de su esposo.
La impopularidad de Macri
Pero el actual presidente sufre también las consecuencias de una Argentina en crisis, la pobreza durante su mandato aumentó un 35%, y la inflación sigue siendo incontrolable, cerca del 55% anual.
Muchas de las zonas más pobres del país inclinan la balanza por Alberto Fernández, considerado un moderado peronista, que acompañó a los Kichner en sus dos gobiernos para luego alejarse y volverse un crítico, es considerado más cercano a Nestor que ha Cristina, y con el anuncio de la expresidenta de no intentar un nuevo mandato y ser su candidata vicepresidencial, se reunificaron las fuerzas para enfrentar al actual gobierno con la bandera del Frente de Todos.
¿Cómo se relaciona esto con Colombia?
Aunque todavía faltan años para la siguiente elección presidencial, el nerviosismo de los mercados, y la falta de opciones centristas con oportunidades de ganar, hacen un caldo de cultivo perfecto para cerrar las opciones que tiene un país (en este caso en política económica), y cree este tipo de inestabilidad.
En otras palabras, la pluralidad de opiniones, fuerzas políticas, y posibles caminos para gobernar un país, sí cuentan para garantizar tanto el orden de sistema político por dentro, como una favorable percepción externa.
Por supuesto, no significa que en la Argentina no exista pluralidad, o multipartidismo, pero dividir al país en dos de cara a una importante elección, claramente está jugando en contra de esa misma nación.
El dilema que tendrán que resolver los argentinos en octubre será complejo, primero, porque remontar a Fernández parece casi imposible, de hecho, los analistas estiman que se necesita que de entrada el candidato peronista pierda intención de voto para que pueda crecer Macri, algo difícil en un ambiente de polarización, donde aquellos que se niegan a votar por el actual presidente no tienen más opciones ganadoras, y segundo, porque elegir a Fernández será un voto de confianza para que el antiguo crítico del Kichnerismo de Cristina, gobierne sin los apasionamientos de los dos bandos, lo que requerirá generar descontento tanto en la izquierda como en la derecha de ese país.
Finalmente, un análisis ha intentado cerrar el debate entre socialismo vs. libre mercado, como si los resultados de Macri en materia económica sean aceptables, o como si los casos donde pierden los candidatos autodenominados de izquierda sean victorias para su país, algo que no parece tan cierto, ni la crisis de poder, ambiental y derechos humanos de Brasil, ni en la guerra económica de Estados Unidos y China, ni en el crecimiento negativo de la economía ecuatoriana.