Los colombianos necesitan un sistema de salud eficaz que responda a sus necesidades, por eso el candidato ha enfocado sus esfuerzos en una propuesta de reforma a la salud integral, donde se replantee el modelo de intermediación de las Empresas Promotoras de Salud.
¿Por qué considera que debe reformarse la ley 100?
—– La Ley 100 de 1993 tiene 25 años de vigencia y no ha logrado brindar a los colombianos los servicios de salud que requieren. Tampoco ha sido eficaz en la promoción y la prevención. Sus logros en materia de cubrimiento se deben reconocer, pero es inaceptable que al afiliado en lugar de tratarlo como paciente lo traten como cliente. Inaudito que la gente se muera en las puertas de hospitales y clínicas esperando atención.
Antes de la ley 100 era un caos y a la gente se atendía por caridad. ¿Reformarla no es un retroceso?
—– Las bondades de la Ley 100 son un saludo a la bandera. La gente tiene carné pero no lo atienden en ninguna parte, porque el sistema, las EPS, les deben dinero a clínicas y hospitales. La Red Pública está arruinada, al borde de cerrar. Los pacientes sufren la cultura del ibuprofeno, pues para todo les recetan este medicamento como si tuviera efectos milagrosos. Las salas de urgencia de los hospitales viven congestionadas, por eso hay que pensar más allá de una simple reforma, el país está pidiendo un sistema diferente, en el que el paciente sea el centro del sistema. Hay que aplicar la norma vigente según la cual la salud es un derecho humano fundamental.
¿Usted por qué dice que a los enfermos se les trata como clientes?
—– Porque el sistema no tiene un criterio humanista, ni humanitario, y al enfermo se le atiende según su condición económica. Los del sistema prepagado gozan de buena atención, generalmente. Los del contributivo sufren los incumplimientos de las EPS en entrega de medicamentos y demoras en citas con especialistas y de ahí la precaria atención de las clínicas o IPS. Los del sistema subsidiado están abandonados y aún hay personas de las que se llamaban vinculados, que son los más pobres, y quienes no tienen derecho a nada. Los que sufren graves enfermedades, como las de alto costo y enfermedades huérfanas, no reciben una atención digna.
¿Es cierto que hay corrupción?
—– Mucha y en diversas formas. Los precios de los medicamentos son escandalosos y se trafica con la adquisición de los mismos; muchas EPS retienen los recursos que reciben para salud con el fin de negociar con ellos; la integración vertical es una forma de corrupción; cada quien quiere sacar tajada, recordemos que los recursos de la salud se desviaron en muchas entidades para adquirir edificios, o casas.
¿Qué toca hacer?
—– Primero, el Estado tiene que intervenir y pagar por sus errores. Liquidó a Caprecom y a SaludCoop, nadie se hizo cargo de las deudas, a clínicas y hospitales, a los afiliados y pacientes los trataron muy mal. Finalmente, los afiliaron a Cafesalud, hasta que quebró como se había previsto, la vendieron y fue el caos. Ahora estamos pendientes de Medimás, sobre la cual hay versiones variadas. Está en la condición de “pronóstico reservado”.
¿De quién es la solución?
—– Primero del Estado, desde luego. Hay que pensar seriamente en buscar soluciones de fondo. No más “reformitas”. El sistema no es apropiado, hay que defender la plata de la salud y tomarla como un asunto de todos. La salud debe ser un propósito nacional, que una al gobierno, con los partidos y el Congreso, con la participación de las sociedades médicas y científicas, los profesionales de la salud, los trabajadores, y desde luego, los representantes de los usuarios y de los enfermos. Hay que luchar conjuntamente para que Colombia no sea un País de enfermos, sino de gente sana, cuidar al niño desde la gestación, hay que hacer prevención, deporte, tener buena alimentación, vivir en un ambiente sano, prevenir riesgos laborales. No es sólo Ibuprofeno.