Dilan Cruz se graduaba el lunes pasado del Colegio, estudiaba en el Ricaurte I.E.D., y como miles de jóvenes de su edad, soñaba con ir a la universidad, y se convirtió en un símbolo de las desigualdades de se viven en el ingreso a la educación superior, y, por lo tanto, la falta de oportunidades.
El 23N un disparo de un proyectil antidisturbios del ESMAD, en la calle 19 con carrera 4, terminó con esos sueños, entró en estado crítico al Hospital San Ignacio, hasta que su estado fue irreversible, y falleció en la noche del 25 de noviembre.
Manifestantes, incluidos sus compañeros de Colegio, salieron horas antes con pancartas “Todos somos Dilan”, reclamando ante los excesos de la Fuerza Pública, y retratando los reclamos sociales sobre la población estudiante.
El joven es ahora la muestra combinada de la protesta, en especial de los estudiantes, cupos limitados en universidades públicas en déficit, créditos educativos que no son de acceso para todos, protesta social reprimida por una fuerza antidisturbios desacreditada marcha tras marcha desde su creación, y un Estado que en décadas no ha dado respuestas claras a este sector, que grita en cada marcha una lista de promesas incumplidas. Un retrato desgarrador que alimentará las el paro.
El presidente Iván Duque lamentó el fallecimiento, lo mismo hizo el alcalde Enrique Peñalosa, el procurador Fernando Carrillo, y cientos de personalidades, líderes políticos, y medios. La pregunta ahora será, ¿Qué seguirá para las marchas?
El presidente y los convocantes
Justo hoy desde las 7 am, indígenas, líderes de centrales obreras, estudiantes, y en general, convocantes del paro, se reunirán con el presidente Iván Duque, y varios miembros de su gabinete, en lo que promete ser la primera cita para encontrar salidas a la protesta.
La reunión podría ser sumamente tensa, luego de la muerte de Dilan, y ante la radicación de la Reforma Tributaria, temas sensibles para los convocantes que tienen ahora más motivaciones en las calles para continuar con la presión, mientras Duque quiere ganar tiempo con un diálogo que se extienda al menos hasta marzo.
El presidente se ve acorralado, entre protestas, críticas de los partidos, del ala dura del uribismo (que no quiere que haga concesiones), y de medios internacionales que han retratado la represión que vivieron los marchantes, incluyendo el fallecimiento del joven.
Un gobierno sin mayorías en el Congreso, envuelto en polémicas, y con las calles en protestas, necesitará construir más allá de los puntos de su propio Plan de Gobierno, e incluso de la agenda de su partido, algo que todavía no parece evidenciarse en sus decisiones.