En Bogotá y Medellín se han tomado varias medidas para impedir un desmedido incremento de los casos de la Covid-19 en esas ciudades, en Medellín se cerró parte de la Plaza Minorista, mientras Bogotá se prepara para la llegada de nuevos ventiladores que aumentará el número de Unidades de cuidados intensivos (UCI) disponibles, ante una ocupación que ya supera el 50% de las casi 800 que existen en la capital y esto sumado a varias medidas que rigen desde hoy:
El sistema hospitalario de Bogotá entra en alerta naranja y por lo tanto el Centro Regulador de Urgencias y Emergencias (Crue), controlará todas las UCI de la capital; el personal de servicio doméstico podrá comenzar sus labores desde las 10 am, cinco UPZ nuevas entran a cuidado especial, y están ubicadas en Bosa, Ciudad Bolívar, Engativá, y Suba, todas tendrán toque de queda de 7 pm a 6 am; y el Madrugón de San Victorino pasará a la noche.
Para ingresar a los comercios las personas tendrán un “pico y cédula”, los terminados en par no podrán ingresar en los días pares, y lo mismo funcionará entonces para los impares. La medida solo se aplica a los clientes de los establecimientos, no para sus trabajadores.
Protestas
Estudiantes inconformes, y otros grupos de ciudadanos marcharon este lunes festivo en Bogotá y Medellín.
En la capital de Antioquia, las marchas terminaron en actos de vandalismo que afectaron bancos, el tranvía de Ayacucho, y fachadas de varios edificios como la Iglesia San José. Aunque uno de los motivos de la movilización es el rechazo a las medidas económicas tomadas por el gobierno, la Alcaldía de Medellín rechazó que se realicen este tipo de marchas en plena crisis por la pandemia por la Covid-19.
En Bogotá se presentaron al menos tres movilizaciones, que terminaron en ataques a Transmilenio en especial en estaciones ubicadas sobre la Calle 26, el Secretario de Gobierno, Luis Ernesto Gómez se pronuncio sobre estos hechos: “Estás acciones de “protesta” a esta hora en la calle 26 con vandalismo pierden cualquier sentido. Los recursos públicos en estos momentos deben destinarse a quienes más lo necesitan, no a reparar infraestructura pública vandalizada irresponsablemente”.
Los riesgos
Aunque como lo ha admitido la misma alcaldesa de Bogotá, Claudia López, las movilizaciones sociales no pueden ser prohibidas pues están protegidas constitucionalmente, también cabe señalar los riesgos que esto conlleva justo en el transito del país hacía el pico de la pandemia por el nuevo coronavirus.
Expertos han resaltado que a pesar de estar al aire libre, la cercanía entre las personas durante las movilizaciones, y el ánimo que se genera en las mismas, hace perder la noción de las medidas de bioseguridad que se deben tener, y por lo tanto, aumentan las probabilidades de contraer el virus.
Además, las acciones de la Policía tampoco ayudarían, posibles acciones de contención de las marchas como el uso de gases lacrimógeno, o el choque con las fuerzas como el ESMAD, provocan que las personas tosan, estornuden, lloren, o se fatiguen, lo que empeora las condiciones para extender el virus.
El dilema no es menor, es propio de las democracias el descontento o la movilización como una expresión ante las medidas que toman los Gobiernos, justo en momentos donde toman poderes extraordinarios para contenerla, y los ciudadanos tienen el derecho de hacerlo, pero bien cabe medir el riesgo de hacer uso de ese derecho o no.
Es quizá el momento de probar nuevas formas de expresiones de protesta como respuesta a las decisiones gubernamentales, un reto en un momento decisivo, pues recordemos que la pandemia llegó justo cuando aumentaban las protestas en diferentes países de Latinoamérica.