El Partido Liberal Colombiano en la práctica es de oposición.
Esa interpretación se podría desprender de la más reciente audacia que ha tenido el Partido Liberal Colombiano al anunciar su oposición a las objeciones presidenciales al proyecto de Ley Estatutaria de la JEP, acción que se suma a la oposición que hizo la Bancada Liberal de Congreso a la subida del IVA que el actual Gobierno Nacional quería aplicar a rajatabla a muchos productos de la canasta familiar en su reforma tributaria taimada y a la reforma a la justicia que caprichosamente también quería imponer el Gobierno.
Pero, esa interpretación rayaría en lo que algunos llaman “pensar con el deseo”.
Basta sólo con ver los comentarios que los usuarios de Twitter y de Facebook dejan en las cuentas oficiales del Partido para darse cuenta que a pesar que las encuestas de opinión le den al Partido Liberal un primer lugar en afinidad política, los anuncios de no acompañar al Gobierno en sus proyectos más relevantes no le ayudan a limpiar su imagen. Para muchos, esos anuncios no son sino demostraciones de voltearepismo y de transfuguismo, ya que al no tener representación en el Gobierno se le fueron en contra de todos sus proyectos, y de debilidad e incoherencia, dado el hecho de haberle ayudado a hacer campaña en segunda vuelta a Duque, a sabiendas que no iban a hacerlo cambiar de opinión sobre sus ideas del uribismo.
Además, su declaratoria de independencia no ayuda.
Gracias a que el Estatuto de Oposición, fruto directo del Acuerdo del Teatro Colón, le da más herramientas a los partidos políticos de oposición que a los partidos independientes, sólo le queda al Partido Liberal Colombiano acudir a las ruedas de prensa y a mantener a los medios de comunicación atentos a las declaraciones del Expresidente Gaviria, quien aun cuando posa de voz única, no logra acallar el murmullo de las voces radicales que por un lado quieren irse con el Gobierno, huyendo de los peladeros de la oposición y que por otro quieren irse con la oposición, defendiendo su integridad moral y por supuesto, buscando los nuevos recursos que le dan a la misma.
Por eso es que no se logra visibilidad, aunque las encuestas digan lo contrario.
Muchos afirman que en lugar de Juanita Goebertus o de Antanas Mockus, quienes debieron aparecer en la réplica a la alocución presidencial donde se expusieron las objeciones a la JEP, debieran ser miembros del Partido que en definitiva tiene la posibilidad real (votos) de bloquear las mismas en Cámara y en Senado.
Muchos afirman que en esa réplica debieron aparecer congresistas como Luis Fernando Velasco, futuro Presidente del Senado en la legislatura 2019-2020, Andrés Calle representante a la Cámara amenazado por las denuncias que ha hecho contra residuales de los ejércitos paramilitares, grupos resultado del exitosísimo proceso de paz del uribismo con esas milicias o incluso, el verdadero arquitecto del probable choque de trenes entre la Corte Constitucional y la Presidencia de la República, Alejandro Carlos Chacón, Presidente de la Cámara.
Finalmente, aunque los verdaderos salvadores de la JEP sean los congresistas liberales, la gloria ya está destinada para otros.
Por ello, muchos insisten en los lamentos de quien llora sobre la leche derramada: que el Partido pudo haber hecho alianza con Vargas Lleras, que el Partido pudo haber hecho alianza con Sergio Fajardo, que el Partido pudo haber dado libertad a sus votantes en segunda vuelta, pero que en definitiva, el Partido nunca debió posar de antipetrista ya que eso lo alejó de las bases progresistas que en este país, han demostrado más fuerza de la esperada, con lo que se relegó al Partido a un odioso y tibio centro.