Las derrotas del presidente Iván Duque, y de su partido Centro Democrático, han sido numerosas en las últimas semanas, no lograron la aprobación de ninguna de las objeciones a la Ley Estatutaria de la JEP, Santrich quedó libre, con un pobre aporte de pruebas de la Fiscalía, y el Fiscal duramente cuestionado por sus conflictos de interés (y apoyado por ese partido y el gobierno al mismo tiempo) renunció.
Pero las derrotas constituyeron además un perfecto juego de equilibrio de poderes, en el Congreso las votaciones contra las objeciones fueron aplastantes en la Cámara y significativas en Senado, y luego la Corte Constitucional le dio la última estocada, después, la Jurisdicción Especial de Paz, negó la extradición de Santrich, con un pobre papel del Fiscal General, quien renunció luego de su propia escalada de derrotas, luego, el Consejo de Estado determinó que Santrich mantenía su curul en el Congreso, y finalmente la Corte Suprema de Justicia ordenó su libertad.
Pero el proceso contra Santrich no ha terminado, de hecho, hasta ahora inicia, pues la Fiscalía no había abierto el caso en Colombia ante el pedido de extradición, lo que pone al exguerrillero frente a la justicia, pero no de la forma que esperaba el gobierno y su partido.
La conclusión del uribismo es clara, si las altas Cortes, y el Congreso, no le dan la razón al presidente, es preferible “patear la mesa”, y llamar a una Asamblea Nacional Constituyente.
La senadora Paloma Valencia insiste en ello y afirma: “La idea de la constituyente no es mala. Estamos viendo que los jueces no fallan en derecho sino en ideas políticas.” En ese mismo sentido lo hizo el senador José Obdulio Gaviria, luego de la renuncia del Fiscal.
El exprecandidato presidencial del Centro Democrático, Rafael Nieto Loaiza fue más lejos, y afirmó que la constituyente superaría el estado de polarización del país, pero luego hace una lista de temas y considera que con ella se defendería incluso “la familia, la vida y la libertad religiosa”, es decir, una constituyente para defender sus principios conservadores, pero al mismo tiempo para acabar la polarización, es otras palabras, una contradicción.
Para luego criticar al mismo presidente por no tener la iniciativa para convocarla, “sin liderazgo presidencial y sin mayorías en el Congreso, no habrá asamblea constituyente”.
La vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, fue clara en descartar la posibilidad de una Constituyente, y dijo que el Gobierno “no está considerando ese escenario, pero por supuesto lo escucharemos porque sabemos que ese es el planteamiento que tienen algunos partidos”.
Por ahora, el escenario queda en veremos, pues no existe actualmente la unidad para convocar un mecanismo tan radical como impredecible de reforma a la Constitución misma, y porque además, este mecanismo no se puede usar como forma de un sector minoritario en las ramas del poder, para cambiar lo que ese mismo equilibrio de poderes le ha negado.