El “pulmón del mundo” está desapareciendo, y el 60% de este, se encuentra en Brasil. La decisión en julio del presidente Jair Bolsonaro de desestimar las cifras de deforestación de la Amazonia, entregadas por el Instituto Nacional de Investigaciones (INPE), y el despido su director Ricardo Magnus Osorio, por no presentar cifras que satisfagan al presidente de ese país, tiene los ojos del mundo puestos en lo que sería un verdadero colapso ecológico que afectaría a todos los países que tienen parte de la importante selva.
Bolsonaro se ha burlado constantemente de los periodistas que lo interpelan sobre el cambio climático, su más reciente declaración que le ha dado la vuelta al mundo fue una respuesta sarcástica a un periodista: “Me estás hablando de una contaminación ambiental. Solo con hacer caca un día sí, y un día no, mejoraremos nuestra vida.”
Pero la realidad contrasta con las declaraciones del presidente brasileño, a inicios de 2019, solo en Brasil la deforestación de la selva amazónica significaba una tala de 19 hectáreas por hora, para junio de 2019, la cifra general de tala en bosques brasileños aumentó un 88,4%.
En la región, durante el último año, la deforestación aumentó (incluyendo a Colombia) un 278%, uno 225 mil estadios de fútbol, más de 5.879 kilómetros cuadrados. Bolsonaro, llamó mentiroso al director del INPE, lo despidió, y sin conocer ni el tamaño del problema, ni de la selva amazónica, dijo que, si esa cifra fuera real, ya se había eliminado todo el ecosistema.
Europa a tomar medidas
Las decisiones de Bolsonaro han generado reacciones, en especial en Europa, luego de que el presidente brasileño decidiera cambiar al cuerpo directivo del Fondo Amazonia, que recibe recursos internacionales para la protección de esa selva, y desestimara la gravedad del problema, Alemania y Noruega decidieron cancelar sus aportes.
Un total de 65 millones de euros, que se pierden con una fría declaración de Bolsonaro: “Tengo un mensaje para la querida Ángela Merkel: coge tu plata y reforesta Alemania. Lo necesitan más allá que acá.”
Para los representantes de estos países, quedaba claro que Brasil no está interesado en combatir la deforestación, aún con las alarmantes cifras presentadas.
Pero la decisión también tendría consecuencias económicas, Mercosur firmó un acuerdo comercial con la Unión Europea (UE), que debe ser ratificado por los parlamentos de los países miembros, pero ante la deforestación de la selva amazónica, y la prevalencia a los empresarios de la industria agropecuaria, los países europeos, temen una competencia desleal y depredadora de ese país.
Los empresarios del viejo continente han pedido a los gobiernos de la UE que no permitan el acuerdo, pues las condiciones de protección ambiental sobre las cuales trabajan son significativamente superiores a las impuestas a empresarios de ese país suramericano y por lo tanto representa un acuerdo desleal.
El Ministerio de Agricultura de Italia, el Parlamento de Irlanda, y sectores empresariales de Francia y Polonia, se han unido también, mientras tanto Bolsonaro enfrascado en una disputa local por el posible regreso del Kichnerismo a la Argentina, en cabeza de Alberto Fernández, amenazó con abandonar Mercosur, si este gana e impone medidas sobre ese organismo.
Colombia
Nuestro país no está lejos de esa realidad, entre octubre y diciembre de 2018 se talaron 43 mil hectáreas de bosque, y se constituyó en uno de los 5 países más afectados por la deforestación, que anda rampante por falta de regulaciones y por la tala ilegal.
Meta, Guaviare y Caquetá, son los departamentos que más concentrar esas cifras. Y en el total mundial, una superficie del tamaño de Bélgica se perdió en selvas vírgenes en 2018.