De educación superior y otras elucubraciones

Análisis Por

En los últimos días  en medio de las campañas electorales para la Alcaldía, se abrió un debate interesante sobre la educación superior, el tipo de educación superior que debería tener la juventud de una ciudad como Bogotá y la oportunidad de movilidad social.

Existen varios estudios sobre el efecto que sobre la movilidad social, es decir, sobre “los cambios que viven los individuos de ambos sexos pertenecientes a una sociedad dada, en relación tanto con su posición de origen en la distribución económica (Fuente 1. p. 52), tiene la educación superior.

En efecto, la educación superior genera cambios, tanto en lo que se podría llamar “prestigio” social, como en nivel de ingresos, pero, según García y Pérez (1989) en un estudio realizado en la ciudad de Medellín Colombia, las carreras de 3 años o menos, como las carreras largas de 4 años o más, tienen el mismo efecto sobre esas categorías (Fuente 2).

Es decir, los estudios indican que sin importar si su hijo estudia una carrera técnica, tecnóloga o profesional, ciertamente tendrá movilidad social y un futuro un tanto mejor que usted.

Ahora bien, el dilema es que existen dos debates frente al tema: el primero, basado en la percepción subjetiva, mediado por la afinidad ideológica política, en el que se pone en duda la existencia misma de la movilidad social en un país como el nuestro.

En ese debate el punto álgido gira sobre la afirmación, que “las clases altas eran una casta inexpugnable y las clases medias, un refugio de ricos decadentes” (Fuente 3), razón por la cual algunos recomiendan que “Colombia sólo llegará a ser una sociedad igualitaria abierta y democrática en  la medida en que los niños procedentes de orígenes familiares y socieconómicos  muy diversos, especialmente niños de familias pobres, tengan las mismas oportunidades de educación que los más ricos” (Fuente 4)

En el otro debate, de nuevo mediado por las afinidades ideológicas políticas, se pone en duda la eficacia de la movilidad social de la educación superior, especialmente de la educación técnica y tecnológica, catalogándola como “educación para pobres” (Fuente 5).

El dilema de los dos debates, es que cada uno de ellos se solapa en las propuestas de los candidatos a cargos públicos de elección popular.

Hay candidatos que afirman que, debido a que las clases altas y ricas son las que tienen acceso a educación superior para ricos, la única manera en que los jóvenes salgan de la trampa de pobreza es que estudien de manera gratuita en universidades públicas, asumiendo que solamente las carreras de educación superior de más de 4 años son las únicas que logran sacar de la pobreza monetaria, por lo que se proponen crear nuevos cupos únicamente en universidades, sin atender lo que diga el mercado “neoliberal”.

Así mismo, estos mismos candidatos, atacan a los otros candidatos que proponen aumentar los cupos tanto para carreras de 3 años o menos como para carreras de 4 años o más, tildándoles de querer eternizar a los jóvenes en la pobreza.

De acuerdo con el boletín trimestral Tendencias de las ocupaciones a nivel nacional y regional que publica el Observatorio Laboral y Ocupacional del Servicio Nacional de Aprendizaje-SENA, para el primer trimestre de 2019, de las primeras 10 ocupaciones colocadas de enero a marzo de 2019, es decir, ocupaciones verdaderamente empleadas a través del sistema de la Agencia Pública de Empleo-APE, las primeras 5 correspondían a profesores e instructores de formación para el Trabajo, mercaderistas e impulsadores, vendedores de ventas no técnicas, auxiliares de información y servicio al cliente y auxiliares administrativos  es decir, que el mercado laboral en la mayoría de los casos no está demandando ocupaciones de carreras de 4 años o más (Fuente 6).

Al revisar el Boletín Técnico del DANE sobre el Mercado Laboral de la Juventud de abril-junio de 2019, las actividades económicas que más ocuparon a la población entre 14 y 28 años fueron el Comercio, hoteles y restaurantes (29,3%), los Servicios comunales, sociales y personales (18,6%) y la  Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca (15,1%), siendo Obrero, empleado particular (52,3%) y trabajador por cuenta propia (32,9%) las posiciones ocupacionales que tuvieron mayor participación de la población ocupada joven en dicho trimestre (Fuente 7).

Con respecto a los dos debates, no se podría dar por ganador a alguna de las dos posturas en cada uno de ellos, sin embargo, sí se podría pensar en que mientras llega la revolución que acabe con nuestro particular parroquialismo y finiquite con el Tíbet Sudamericano, los candidatos a cargos de elección popular deben atender con propuestas factibles a las necesidades del mercado, tratando por supuesto de remediar sus distorsiones, no simple y llanamente proponiendo cual ventiejuliero, cupos para carreras de 4 años o más, que no tengan demandas por el mercado laboral.

El ser humano, siempre tendrá el derecho a elucubrar, de soñar,  pero en términos de soluciones públicas a problemas públicos, las elucubraciones y supuestos deben quedar para los comentarios de pasillo.

 

Zootecnista Universidad Nacional de Colombia, Candidato a Magíster en Producción Animal de la Universidad Nacional. Coordinador Nacional para asuntos de Paz de la Organización Nacional de Juventudes Liberales 2014-2018.