Medios internacionales han registrado las duras críticas de Donald Trump a Colombia, y que se han centrado en la lucha contra el narcotráfico, según el presidente estadounidense el negocio creció un 50% desde que Duque llegó al poder.
Las declaraciones sorprenden pues Colombia es un aliado estratégico de los Estados Unidos en la región, y más aún frente a la terrible situación que vive Venezuela, pues es precisamente esta cercanía la que permitió el plan conjunto de estas naciones para crear el cerco diplomático contra el régimen de Maduro, además del apoyo y cooperación técnico-militar, de asesoría, entre otros tantos lazos que comparten los países.
Entonces ¿Cómo entender las declaraciones de Trump?
Por un lado, el contexto, el presidente Trump se encuentra en plena recaudación de fondos de campaña, y es precisamente en Estados Republicanos y conservadores como Texas, donde ha realizado este tipo de señalamientos.
Pero, además para entender estas declaraciones también es importante comprender que “Make América great again” (Hacer América grande otra vez), es el slogan de Trump precisamente por el carácter nacionalista de su pensamiento y modo de conectar con los votantes, y eso se refleja en el ataque (incluso a sus aliados) con tal de mostrar que su país está primero que cualquier relación de amistad internacional, aunque sea parcialmente y solo con aquellos que puede asumir ese riesgo.
Trump no pone en peligro las relaciones con Colombia, a pesar de la repuesta del presidente Iván Duque, afirmando que rinde cuentas a los colombianos, y añadiendo ayer: “A Colombia nadie le tiene que decir que hacer”. Las palabras de Trump tienen el sentido de la campaña en Estados Unidos, en un país cuya demanda de drogas ha aumentado casi exponencialmente en los últimos años, es más efectista y populista culpar a los países vecinos más pobres sobre quienes ya se tiene un imaginario de violencia y narcotráfico.
Quizás también ha influido lo que ocurre con México, donde el presidente López Obrador se ha negado a responderle a Trump las fuertes críticas que realiza a ese país por sus cifras de inseguridad y su inestable pero extensa frontera, a lo que el presidente de México ha dedicado frías frases que evitan responderle a Trump directamente, y es esa actitud pasiva la que permite al mandatario estadounidense buscar otro “chivo expiatorio”, y que mejor blanco que su aliado principal productor de coca.
Es así como Trump completa su estrategia para atraer un electorado crítico del problema de las drogas considerado una amenaza externa, y no un problema de salud pública interna, sacando cifras sin soporte (como el aumento del 50% del negocio de las drogas en Colombia desde la llegada de Duque y que no tiene piso alguno), o incluso atacando directamente al presidente colombiano.
Duque haría bien en prestar atención a este contexto, aunque también ha aprovechado para mostrarse duro frente a Estados Unidos, justo después de las críticas que recibió por alinearse con este en la estrategia con Venezuela y mostrarse fiel seguidor de su libreto, lo que hoy provoca que tome distancia para evidenciar que su política exterior no es sumisa.
Al final, este juego de palabras entre presidentes puede ser eso, un juego de palabras que por ahora (y quizás así se quede), no jugará más que un papel simbólico, de un presidente en plena campaña electoral y otro que quiere mostrar aparente o parcial independencia, lo que se espera no termine estigmatizando a tantos colombianos que van al país norteamericano de forma honesta y nada tienen que ver con el tráfico de drogas.